Luego
de más de tres años de conversaciones, de pulsos y renuncias a algunas
pretensiones de las partes, un proceso de negociación implica todo esto;
en la Habana, a instancias de la ONU y varios países acompañantes del
proceso, el pasado 23 de junio se dio un avance definitivo en el arduo
trabajo que, en pro de la paz, ha ocupado la agenda política tanto del
gobierno colombiano como de las FARC-EP, la guerrilla más antigua de
Colombia.
Por: Luis Carlos Pulgarín Ceballos / Democracia en la Red
Con
un nuevo apretón de manos entre el máximo comandante de las FARC-EP,
Rodrigo Londoño alias "Timoleón Jiménez" o "Timochenko", y el presidente
Juan Manuel Santos, a instancias de Raúl Castro presidente de Cuba y
Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, Colombia le expresó al mundo
entero que este proceso de paz ya no tiene reversa, pues no sólo se
cerraban importantes acuerdos en torno al Cese Bilateral del Fuego sino
que se aclaraba de una vez por todas y de manera definitiva cómo sería
el proceso de dejación de armas de los combatientes de las FARC; quiénes
se harían cargo de dichas armas, qué pasaría con las armas luego de su
dejación para la custodia por parte de la ONU, pero también, y eso es
trascendental: qué pasaría con los hombres y mujeres de las FARC en su
tránsito a la vida civil.
El
23 de junio marca pues los derroteros fundamentales sobre los acuerdos
logrados en los puntos 5 y 6 de la agenda general de negociaciones
fijada por las FARC y el Gobierno en el año 2012 al inicio del proceso
de paz en la Habana. Recordemos que los puntos cinco y seis tratan sobre
los temas de “fin del conflicto” e “Implementación, verificación y
seguimiento”, y aunque éste último aún continua en discusiones para su
cabal desarrollo en la Habana, los avances anunciados en dicha fecha, y
el aplauso general de los países que integran la ONU, incluido los
Estados Unidos, han llenado de optimismo a un pueblo colombiano
bombardeado de incertidumbres por unos medios industriales de
información que han bailado al son de un –afortunadamente- cada vez más
reducido grupo de enemigos de la paz, toda vez que ésta va en contravía
de sus intereses, pues durante décadas enteras ha sido la guerra la que
les ha representado los réditos políticos y económicos que los han hecho
criminalmente poderosos y con la paz temen la clausura de dichos
privilegios hegemónicos.
Llegar
a acuerdos no ha sido fácil, cada uno de los puntos de la agenda ha
implicado una serie de rondas que en muchos momentos lograron tensiones
políticas extremas, y más, cuando las discusiones de cada punto de la
agenda se hacían fuera del país, mientras en Colombia seguíamos en
guerra. Guerra en la que se vivieron situaciones lógicas de un conflicto
armado, con dolorosas consecuencias que no es del caso ahora describir,
pero que sí nos llevaron a pensar en que el proceso tenía tanta
fragilidad que en cualquier momento, después de un choque armado entre
ejército y FARC en Colombia, tendríamos el indeseado anuncio de
rompimiento de la conversaciones y otra vez nos ahogaríamos en el mar de
frustraciones que llevaron al naufragio los pasados intentos de
negociación propuestos durante los gobiernos de Belisario Betancourt y
Andrés Pastrana.
Un
proceso de paz en tales condiciones no es nada fácil, no sólo porque
esta vez no se permitieron zonas de distención durante el proceso, ya lo
expresé: el acuerdo fue negociación en la Habana mientras en Colombia
seguíamos bajo el fuego; pero además hay que analizar también las
condiciones de limitación política que debieron vivir las FARC, cuando
otra de las principales condiciones que impuso el presidente de la
república fue la negativa a negociar el modelo neoliberal que oprime al
pueblo colombiano, modelo desigual e injusto que ha sido una de las
causas del mismo conflicto y cuyo rechazo debe estar de manera
irrenunciable en la agenda de todo revolucionario.
Aún
así, las FARC dieron el paso, hicieron trascendentales renuncias de las
que hablé al principio de este artículo, y lograron importantes
acuerdos que me parecen fundamentales a la hora de diseñar la futura
plataforma ideológica de las FARC ya como partido político, pues si hay
algo que tenemos claro quienes hemos entendido el proceso en la Habana
es que efectivamente las FARC dejarán las armas, pero no de
desmovilizarán porque su objetivo central en la vida civil será
movilizarse políticamente para –desde los espacios de participación y
poder político-, lograr las transformaciones necesarias para que esta
paz que a primeras luces –por las limitantes impuestas ya descritas-, se
ve vacía; se llene de contenidos de justicia social y sea una paz
definitiva y sostenible en el tiempo.
Las
FARC EP se alistan pues para vivir uno de los más sensibles momentos de
este proceso: la dejación de armas y enfrentar los riesgos propios que
les significará estar de civil y sin armas ante los odios de los
enemigos de la paz, quienes a pesar de bajar en las encuestas siguen
manteniendo su poderío político, económico y su mentalidad guerrerista.
No obstante, se implementará una estrategia de verificación y
acompañamiento por una misión internacional de la ONU, integrada por
unas 300 personas extranjeras en un principio, para evitar los posibles
ataques a los excombatienes de las FARC-EP, creo que seremos los
colombianos todos, al menos las mayorías que le apostamos a la paz,
quienes deberemos rodear este proceso para evitar capítulos lastimosos
de nuestra historia como los asesinatos de Guadalupe Salcedo, Carlos
Pizarro y el mismo genocidio de la Unión Patriótica. Una vez superado
este momento, y mientras de manera alterna se implementan los procesos
de justicia alternativa desde el denominado Tribunal Especial de Paz al
cual las FARC EP han aceptado someterse para garantizar verdad y
justicia, millones de colombianos estaremos, de manera irrevocable,
convocados a abrazar el proyecto político de las FARC-EP, pues es en ese
proyecto político de las FARC y no en el plebiscito propuesto por
Santos, que está la forma verdadera y contundente de refrendar el
acuerdo de paz nacional que hoy nos ilusiona.
Finalmente
recomiendo a los lectores de este artículo, ir a las páginas web
www.altocomisionadoparalapaz.gov.co y www.mesadeconversaciones.com.co
para conocer los acuerdos logrados en los seis puntos de la agenda
(Política y desarrollo agrario, participación política, solución al
problema de las drogas ilícitas, víctimas, fin del conflicto e
implementación, verificación y refrendación); además de la ruta definida
y anunciada en la Habana en pasado 23 de junio.
P.D.
Los acuerdos, la dejación de armas, la integración de las FARC a la
sociedad civil no es el punto de llegada, como bien se dijo en la Habana
el 23 de junio, es el punto de partida; esperemos que en la hora cero
de este punto de partida, o aún, mucho antes; pueda estar Simón Trinidad
acompañando el proyecto político de las FARC como lo soñó hace tantos
años en su tierra natal, el departamento del César, cuando militaba en
la Unión Patriótica, movimiento político que tuvo que abandonar para
internarse en la selva buscando salvar su vida del decreto de muerte del
cual no pudieron salvarse más de cinco mil militantes de dicho partido.
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