miércoles, 7 de febrero de 2018

El Aro ¿una masacre a la medida de Álvaro Uribe Vélez?


El Aro ¿una masacre a la medida de Álvaro Uribe Vélez?

Reportaje periodístico de Luis Carlos Pulgarín Ceballos.


 En la "Johnson" (lancha a motor), navegando por el río Cauca y a lomo de mula, subiendo a lo alto por la cordillera que conduce al Nudo del Paramillo, llegamos a la vereda de El Aro, un caserío -en los confines últimos de Ituango- que parece un pueblo fantasma. Imposible no recordar el eterno Comala de Juan Rulfo. 




En el año de 2016 hice el recorrido por uno de los caminos que, desde un lugar llamado “Puerto Escondido” a la orilla del río Cauca, asciende hacía el Nudo del Paramillo, y por el cual subió uno de los grupos paramilitares que perpetraría una de las más terroríficas masacres de los años noventa en el departamento de Antioquia. En las noches, mientras realizaba mi investigación en la vereda, dormí en una casa abandonada, destruida por los asesinos a su paso hace 20 años, imposible no sentir, como en Pedro Páramo, la obra de Rulfo, el espíritu de sus antiguos moradores, víctimas ellos de las balas y torturas de los asesinos, vigilando desde las sombras de la nocturnidad. 



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El Aro es un Pueblo olvidado por la mano de todos los dioses, donde sólo hace
presencia la bota militar
, donde el ejército se ha apoderado de fincas y casas de víctimas para acantonarse; donde se respira el miedo permanente ante la amenaza paramilitar; donde no cicatrizan las heridas de la masacre de octubre 1997. Donde hay total seguridad de que sí, Álvaro Uribe Vélez tiene que ver con esta masacre, pues, dicen ellos, el ex gobernador estuvo en un Helicóptero rondando el corregimiento mientras los paramilitares realizaban su recorrido de sangre, tortura y muerte. 



Masacre anunciada

Las muertes del recorrido paramilitar en zonas rurales de Ituango empezaron mucho antes de llegar a El Aro, pues este corregimiento era solo la conclusión del propósito paramilitar de llegar al Nudo del Paramillo, sacar el Frente 18 de la guerrilla de las FARC que dominaba la región, además de desplazar comunidades enteras y despejar territorios que serían muy importantes para mega proyectos hidroeléctricos y de extracción minera planeados en la zona. Ya Ituango había sufrido una masacre que anunciaba la llegada del terror: en junio de 1996, la Masacre de La Granja, donde asesinaron cinco campesinos y líderes sindicales, después de torturar más de un centenar de habitantes de la cabecera urbana de este corregimiento. 



Doña Rosalba, sobreviviente de la masacre de El Aro, propietaria de una de las tres únicas tiendas que actualmente hay en el corregimiento, nos relata parte de esta historia: Antes de 1997, ya la comunidad sabía que desde 1996 los paramilitares rondaban por ahí. Habían mandado avanzadas de inteligencia, con unos falsos mineros, hombres que decían estar buscando minas por la región. De hecho,  mataron a un habitante de El Aro, a Modesto, a él lo cogieron borracho gritando arengas a favor de la guerrilla. Paradójicamente, la misma gente dice que Modesto tenía un hijo paramilitar. Creo que se llamaba Martín, y vivía con una negra, robusta ella. Un testigo de la muerte de Modesto dice que lo mató uno de esos supuestos mineros, uno que era cojo. Martín, el hijo de Modesto después apareció muerto en el “Puerto” (Puerto Valdivia), lo habría matado Weimar, que era paramilitar, el hijo de uno que apodaban Palo Negro. La historia en el Puerto era que Martín fue el que entregó la lista de muchos de los que mataron aquí en el Aro….

El Aro, mucho más que 17 muertos


Si se suman los muertos del recorrido que hicieron las paramilitares por las distintas veredas del corregimiento de El Aro, para concluir en un pequeño poblado de casas y negocios, a manera de cabecera urbana del territorio (en esa época no  más de 60 casas, unas cuatro tiendas, la iglesia, el colegio, un Telecom -con un teléfono comunal-, y una inspección de Policía), donde la barbarie se manifestó con torturas, violación a mujeres y la masacre de varias personas; las cuentas fatídicas darían mucho más. El siguiente testimonio, de Miguel Arturo*, víctima del mortal recorrido de los asesinos, desplazado desde entonces y refugiado en Medellín, nos da cuenta de algunas víctimas que se omiten cuando se relata la historia de esta masacre:




Yo vivía en Organi,  finca tierra dentro… Mi papá me había dado una parte de la tierra para que yo la trabajara… Para ese entonces mi mujer estaba en embarazo y ya teníamos una niña de un año. Un mes antes de la masacre estuvo el ejército, al mes siguiente se metió esa gente… en la llegada mataron, por los lados de la Paulina al señor Fabio Zuleta, y luego en la planta a un señor Don Arnulfo.  A don Arnulfo lo hizo matar un ex guerrillero que andaba con esa gente, lo mataron que por que le vendía leche y huevos a la guerrilla. Don Arnulfo Sánchez les dijo, que a la guerrilla había que venderles o venderles… igual que con los del ejército y ellos (los paramilitares), tocaba venderles o venderles si pedían algo… pero igual lo mataron.

Luego llegaron a Puerto Escondido, donde bajan las mulas, a donde arriman las Johnson; como a las 7 u 8 de la mañana, llegaron; cuando eso ahí habían unas bodegas grandes que guardaban las mercancías que entraban, esa la manejaba mi hermano, Omar Iván Gutiérrez; todo lo recibía él, mercados y todo lo que llegaba; él tenía un billar, cantina y tienda, ahí lo mataron… Yo estaba “jornaliando” en una finca, en la Solita, cuando escuchamos los tiros, eran como las diez de la mañana. Lo mató uno que le decían el comandante Cobra, de varios tiros en la cabeza. Los Paramilitares llegaron por Remolinos, también por la entrada de Pensilvania, otros subieron por Tierra Dentro, otros por la Ladera a salir a Sevilla, y otros desde Ituango, llegaron por varios sitios desplazando gente.

El inventario de Miguel Arturo sigue sumando cadáveres: aunque tuvo al comandante Cobra al frente suyo, “El Parcero”, un ex guerrillero que guiaba a los paramilitares logró que le perdonaran la vida, bajo la condición de que tenía que abandonar el territorio; así pues mientras preparaba su salida para Medellín, fue testigo de la barbarie que continuó su camino: Los paramilitares se siguieron para arriba y mataron a un señor Darío Martínez, que vea usted como son las cosas, ese señor había criado al Parcero, como a un hijo. Entonces, ya habían matado al señor Zuleta por el puente. A Arnulfo Sánchez, en la planta, y mi hermano en Puerto Escondido… yo no sabía que todavía habían matado a mi hermano, si hubiera sabido hasta me había enfrentado a  esos  asesinos y no estaría vivo… Bueno, ya iban tres muertos y con Darío Martínez cuatro; también mataron un arriero, al que “Cobra” le quitó una mula y obligó a que los guiara un buen tramo del camino, le decíamos Mundo Malo, era muy conocido por aquí. Luego más adelante, por un sitio que llaman el Puente de la Ranera mataron a un señor Elkin Díaz, era un señor retrasadito, le quitaron las mulitas. Esos días mientras yo salía desplazado, solo ver bajar los muertos de arriba: Francisco Pino, Milcíades, Santiago Serna (estas últimas víctimas no aparecen en la lista de asesinados en El Aro, al igual que una víctima más en la vereda La América).

Otros testimonios logrados en El Aro, aseguran que el paso de los criminales se hizo también desde el municipio de Valdivia, en un recorrido que los llevaría por Monte Frío, Monte Blanco; varias veredas como Génova, la América y Vijagual. En la América habrían asesinado a un joven, acusado de ser colaborador de la guerrilla. Pero igual que en La Granja, ninguno de los muertos tenía que ver con el grupo insurgente.

En Puerto Escondido, además de Omar Iván Gutiérrez, el hermano de Miguel Arturo, los paramilitares asesinaron a Olcris Fail Díaz Pérez y a Otoniel de Jesús Tejada Jaramillo. En el recorrido hacía El Aro, en la finca Mundo Nuevo, asesinaron igualmente a Wilmar de Jesús Restrepo (de 14 años) y Alberto Correa quienes estaban adelantando labores propias del campo.


Una semana de terror

En territorios de El Aro, los paramilitares estuvieron una semana, entre el 22 y el 31 de octubre. Asesinaron 17 personas, violaron mujeres, torturaron habitantes, saquearon los pequeños negocios del lugar, y antes de irse quemaron el caserío y secuestraron una decena de personas para que arriaran el ganado que se robaron a sus habitantes.

Algunos de los hechos de más terror fueron las torturas a varias mujeres, a quienes además de violar obligaron a cocinar para los casi 200 paramilitares que se habían instalado en el lugar. Entre los tristes relatos que nos ofrece Rosalba está el de Rosa Areiza Barrera, empleada de la casa cural, torturada y violada, de quien se encontraron sus restos junto a la orilla de una quebrada, se presumió que era su cadáver por la ropa y los zapatos, pues su cuerpo estaba totalmente descompuesto y desfigurado (consumido) por los animales de carroña. Igualmente en el recuerdo de los habitantes de El Aro queda el brutal asesinato de Marco Aurelio Areiza, dueño del negocio de abarrotes más grande del lugar, a quien acusado de ser proveedor de la guerrilla, amarraron a un poste en el parque del caserío, lo hicieron aguantar hambre, viendo como su propia esposa era obligada a atender a los paramilitares, para luego desollarlo como se hace con un animal, le sacaron los ojos y el corazón. Su familia nunca pudo darle cristiana sepultura.  El ejército de Colombia se apoderó de una de sus fincas y en el año 2016 todavía la tenían como campamento militar.

Los culpables…

Según Francisco Villalba (en testimonios rendidos tanto al Tribunal Superior de Medellín, Sala de Justicia y Paz; como a la Comisión de Investigaciones de la Cámara de Representantes); Álvaro Uribe Vélez habría ordenado “desaparecer” o “borrar”, la población de El Aro en Ituango, acción que lo pondría como el autor intelectual o determinador de la masacre ocurrida en dicho lugar a finales de octubre de 1997. Villalba, confeso paramilitar que había participado en esta masacre, fue asesinado en el año 2009, poco días después de que ratificara sus señalamientos contra los hermanos Uribe Vélez (Santiago y Álvaro)  

Pero Villalba no fue el único que señaló a Uribe Vélez por esta masacre, ya lo había hecho, en 1997, el abogado, político y defensor de derechos Humanos, ex concejal de Ituango por el partido conservador, Jesús María Valle Jaramillo. A quién le costó la vida atreverse a denunciar al entonces gobernador de Antioquia en un territorio que era dominado por él, por sus amigos cercanos de las mafias herederas de Pablo Escobar, las Convivir, el grupo paramilitar "los 12 apóstoles" comandado por su propio hermano Santiago Uribe Vélez y hasta miembros de la Fuerza pública (en las Brigadas IV y XVII) cómplices de la criminalidad que se posaba como una sombra innegable del entonces gobernador de Antioquia. 


También, en diferentes sentencias del Tribunal de Justicia y Paz de Medellín, en las cuales se condenan a algunos paramilitares y determinadores de la Masacre de El Aro, así como en la sentencia que condena a 30 años de prisión a los comerciantes Francisco  y Jaime Angulo Osorio (hermanos), por el homicidio del defensor de derechos humanos, Jesús María Valle Jaramillo, también investigados por las masacres de El Aro y La Granja; es mencionado el nombre del expresidente Uribe Vélez.



Se interpreta en algunos de los apartes de una sentencia del Alto Tribunal de Medellín que Álvaro Uribe Vélez no sólo no dio importancia a las denuncias que hizo el abogado Valle Jaramillo, sobre lo que estaba ocurriendo en Ituango, sino que además lo tildó públicamente de enemigo de las fuerzas militares. Como si fuera poco, hay testimonios que aseguran que los días de la Masacre de El Aro, el helicóptero de la Gobernación de Antioquia sobrevoló el territorio, y el mismo Carlos Castaño habría informado por radio teléfono que en dicha aeronave viajaba el entonces gobernador de Antioquia (Uribe Vélez). A ello se suman testimonios que afirman sobre la participación de Pedro Juan Moreno, mano derecha del gobernador, en la planeación del crimen de Valle Jaramillo, no es raro entonces leer en la jurisprudencia de Justicia y Paz apartes como los siguientes:

 “La gobernación de Antioquia y sus funcionarios más altos patrocinaron las Convivir que fue el apoyo de los particulares a las Autodefensas, es decir, las ayudaron con sus actuaciones positivas o negativas, permitieron y patrocinaron el desarrollo de tales organizaciones y de los delitos que ellos cometieron. Ello se tiene que investigar y juzgar”
  
Al abogado Jesús María Valle, lo mataron, en su oficina de Medellín, en el mes de febrero de 1998. Había denunciado a Álvaro Uribe Vélez como presunto autor intelectual de las masacres de la Granja y El Aro, en Ituango. Al respecto en sentencia del 2015, del tribunal de Justicia y Paz, se afirma que fueron “los funcionarios de la Gobernación quienes más influyeron en la decisión de Carlos Castaño de dar la orden de muerte” del defensor de Derechos Humanos, Jesús María Valle “ello para evitar se descubriera la alianza que existía”.


Otros elementos que implican a Álvaro Uribe Vélez.

Este mes de febrero, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia ha pedido celeridad en las investigaciones contra Álvaro Uribe Vélez, entre otros porque considera que hay suficientes motivos para vincularlo a las masacres de El Aro y La Granja, además del asesinato de Jesús María Valle, así como la posible conformación de grupos paramilitares que hicieron presencia en la finca Guacharacas de propiedad de la familia Uribe Vélez. Incluso se aduce que el ex presidente tendría que ver en la creación del Bloque Metro Paramilitar en Medellín.  Ya en el proceso penal seguido contra los hermanos Angulo Osorio se hablaba de que la finca La Carolina, ubicada en Yarumal, y también de propiedad de los Uribe Vélez, además de ser el centro de operaciones del grupo paramilitar “Los 12 apóstoles” creado por Santiago Uribe Vélez, hermano del expresidente, se llevarían a cabo reuniones para la planeación de diferentes crímenes, tal y como lo ha denunciado el ex paramilitar Juan Carlos Meneses (mayor –r- de la Policía).

Así pues, después de muchos años de denuncias, procesos frustrados, investigaciones estancadas en la Comisión de Investigaciones de la Cámara de Representantes, testigos asesinados, archivos engavetados por magistrados cómplices y corruptos, caso del magistrado Gustavo Malo del cartel de la toga; hoy la justicia colombiana (desde el Tribunal Superior de Medellín y la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia), por fin, considera que hay “suficientes elementos de juicio” que podrían comprometer la responsabilidad penal del propio Álvaro Uribe Vélez.

En conclusión, la historia dice que la masacre del Aro, cometida entre el 22 y el 30 de octubre de 1997, por diversos grupos paramilitares (entre ellos habrían hombres enviados por Santiago Uribe Vélez desde Yarumal -donde operaba los "12 apóstoles"),  dejó 17 muertos, algunos de ellos asesinados bajo largos días de torturas y sufrimientos; pero la suma de muertos va mucho más allá, puede llegar a los 30 muertos, porque la masacre del Aro no sólo fue la que se hizo en el territorio de dicho corregimiento, fueron todos aquellos asesinatos que se cometieron en el recorrido que culminó allí, como lo describiré en un libro producto de una investigación que he realizado desde el año 2016.

EL ARO HOY

El pueblo que subsiste gracias a los cultivos de coca; un pueblo donde se siente la desazón y el sabor amargo de la desprotección ahora que la guerrilla de las FARC se retira para hacer efectiva la promesa de paz que le ha hecho al pueblo colombiano. Las víctimas aún esperan reparación integral, la pobreza es el pan de cada día mientras el Estado, las multinacionales y las élites paisas implementan agresivos megaproyectos que atentan con la asombrosa biodiversidad de la región y la tranquilidad social y económica de sus habitantes.

* Miguel Arturo, identidad reservada de la fuente.

Fotos de Luis Carlos Pulgarín Ceballos con DERECHO DE AUTOR. se prohíbe su uso en cualquier medio sin autorización previa.


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