lunes, 29 de enero de 2018

No más hipocresía

A calzón quita'o y sin pelos en la lengua/Opinión


No más hipocresía



Luis Carlos Pulgarín Ceballos

(Fotos: EFE y redes sociales)


Hay en Colombia, en millones de colombianos, una suerte de doble moral que raya con la perversidad. Un gran sector de colombianos y colombianas que se rasgan las vestiduras por la muerte de unos compatriotas y guarda un silencio complaciente, casi cómplice, cuando mueren “otros”. Lo que estoy expresando suena duro en estos momentos de tanto “calor y efervescencia”, pero alguien tiene que decirlo, de alguna manera. Este es un escrito, para ese sector de colombianos y colombianas –incluida mi familia-, que sólo parece escuchar los cantos de sirena compungidos y oportunista de una derecha criminal y uribista que vive y saca partido político de la sangre, cuando muere un policía o un militar, cuando secuestran a corruptos senadores y representantes de las élites gobernantes o cuando los reclama la justicia internacional por su criminalidad. Sólo en esos casos cierran filas con inflada indignidad, pero son indolentes ante los verdaderos males de este país, son aberrantemente indolentes cuando (no solo desde los grupos obscuros del paramilitarismo, sino que también de esa misma institucionalidad policial y militar) se masacra a campesinos,  se asesina a indígenas, afrocolombianos, líderes sociales, periodistas comprometidos con la verdad, defensores de derechos humanos, y también excombatientes guerrilleros que lo están dando todo por la paz.

¡No más hipocresía! Debería dolernos por igual la muerte de cualquier ser humano, sin importar a qué sector social pertenece. Todos los colombianos por igual, deberíamos cerrar esas filas de acalorada indignidad igual cuando mueren policías y militares, que cuando mueren campesinos, indígenas, negritudes, jóvenes grafiteros, artistas populares, ex guerrilleros, obreros y estudiantes –hombres y mujeres- que marchan desde sus universidades y sindicatos protestando por la injusticia social y sólo encuentran los golpes y la violencia animal de la policía smad. Deberíamos elevar esa voz de acalorada indignidad igual cuando se violenta un policía que cuando la policía misma golpea y humilla a vendedores ambulantes. 

Igualmente, la Fiscalía y demás autoridades competentes deberían ser tan eficientes para -en menos de tres o cuatro horas- capturar los presuntos autores materiales de cualquier crimen, no sólo de unos, mientras otros, caso de los crímenes de lideres sociales -entre muchos- van quedando en total impunidad. Sin riesgo  a que se comentan capturas "falso positivo", producto de montajes como suele ocurrir cuando tienen tanto afán por mostrar "resultados" y mano dura.

He dicho, y lo repito de manera sincera y sin ningún asomo de aberrante oportunismo: En Colombia firmamos la paz para que no hayan más muertos; total solidaridad con familias de policías muertos y heridos en atentados de los últimos días, donde además murió una mascota (perro) que se encontraba en el comando de Barranquilla. No más policías, militares, líderes sociales, campesinos, indígenas, desmovilizados de las FARC, defensores de Derechos humanos asesinados, desaparecidos, torturados, masacrados, ni uno más. 

P.D. No olvido además la muerte de Temístocles Machado, de Eleazar Tequia, Emilsen Manyoma y su esposo Joe Javier Rodallega, y la de casi 200 líderes sociales entre 2016 y enero de 2018, igual que la de más de 30 desmovilizados de las FARC en menos de seis meses. No olvidemos el dolor de las más de 8 millones de víctimas que dejó y sigue dejando el conflicto armado colombiano, de las cuales, un 80% sería culpa de la institucionalidad en contubernio con el criminal narcoparamilitarismo (por ello, ese extremado miedo -de las élites-, a la verdad en la JEP). 

lunes, 22 de enero de 2018

Violación a periodista ¿Será Uribe Vélez, el "Patrón del Centro Democrático"?

¿Será Uribe Vélez? De él, que todo lo que lo rodea es criminal, todo se puede esperar.

Sería tenaz, hasta dónde nos habría llevado quien compró un concurso en un canal de televisión internacional para auto proclamarse el mejor colombiano del siglo...

... Con denuncia o sin denuncia, Fiscalía debe empezar una investigación, no es un chisme de farándula, es un crimen, y como lo afirmo al inicio de esta opinión, un crimen grave, de lesa humanidad porque se comete sobre persona protegida.

Opinión editorial.

Los periodistas somos personas protegidas por el DIH, por lo tanto violación de periodista Claudia Morales es un crimen grave, es decir se puede calificar de lesa humanidad. ¿Sumamos otro crimen de lesa humanidad a lo largo del historial de sospechas de Alvaro Uribe Vélez?. Hacía dónde se dirigen las primeras deducciones sobre quién habría violado a la periodista.

Antes de entrar en las deducciones, veamos lo que ha declarado la periodista Claudia Morales: A mi violador ustedes lo oyen y lo ve todos los días"... "es persona es capaz de muchas cosas, porque la vida que esa persona ha tenido ha demostrado que nada de lo que ocurra a su alrededor le puede hacer daño, que tiene todo el poder para poderse salir con la suya y yo sí creo que puede hacer mucho daño, yo soy mamá, yo tengo una niña de 8 años y no creo que una cosa que ya pasó hace tantos años valga la pena convertirla en algo que pueda exponerme a mí y a las personas que yo amo” (al final de esta opinión reproducimos la columna completa, publicada el el diario El Espectador).
Al respecto de esta declaración/denuncia de Claudia Morales, han ido circulando algunas primeras impresiones -desde las redes sociales-, que pretendiendo hacer silogismos básicos llevan a la presunta pero aterradora conclusión de que un ex presidente de Colombia, además de cargar en sus espaldas la sombra de la sospecha de crímenes atroces, ahora carga también con la posible violación a una periodista.

Veamos algunas de esas deducciones: Deducción No. 1:
Fuente: Publicado en Facebook, en el siguiente enlace:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10158805921263504&set=gm.1657600537609300&type=3&theater
Otras deducciones que transitan por la vía de las redes sociales, siguen apuntado hacía el mismo posible victimario:

Deducción en redes No. 2: Una columna escrita por Paola Ochoa: “¿Vamos a permitir que nos siga hablando, todos los días, por los próximos años?, ¿que nos siga mandando mensajes desde su púlpito sagrado?, ¿que nos siga diciendo qué hacer, qué pensar, qué sentir y hasta por quién votar?”.
"Semejante capacidad de incidir en las decisiones de los colombianos ya la había señalado Néstor Morales, que, después de entrevistar a Morales, concluyó, con buena parte de los integrantes de la mesa de trabajo de ‘Mañanas Blu’, que no se trataría de un periodista o de alguien de medios de comunicación, sino de una persona más poderosa, como un político.
“¿Vamos a dejar que se salga con suya?, ¿vamos a dejar que siga abusando de su poder y que tenga licencia para violar? ¿Vamos a ser convidados de piedra del más grande y escandaloso crimen sexual de nuestra época?”...
A propósito de las anteriores deducciones, quién escribe la presente opinión, ha circulado sus propias deducciones, muy similares a otras que han rodado por Internet:

Deducción No. 3: ¿Será Uribe Vélez? ¿serán los Pastrana? - La periodista Claudia Morales dice que no denuncia a su jefe violador (al que vemos todos los días en los medios), porque “esa persona es capaz de muchas cosas, porque la vida que esa persona ha tenido ha demostrado que nada de lo que ocurra a su alrededor le puede hacer daño. Tiene todo el poder para poderse salir con la suya, y yo sí creo que puede hacer mucho daño”. En la lista aparece un señor que se ajusta mucho a ese perfil, el señor ALVARO URIBE VÉLEZ... UFFFFFFFFFF!!!! - ADEMÁS, Y COMO SI FUERA POCO, ELLA PUBLICA UN TRINO, SALUDANDO A SUS JEFES QUE SON COLEGAS, O SEA PERIODISTAS... DESCARTANDO ASÍ QUE EL VIOLADOR SEA DEL GRUPO "COLEGAS PERIODISTAS", NOS QUEDAN LOS JEFES PASTRANA Y URIBE QUE NO CREO QUE SEAN "COLEGAS"...



Deducción en redes No. 4: A ver Claudita Morales, en esta lista de jefes tuyos, todos son sospechosos, pertenecen a la Derecha, y más criminal que la derecha en este país no hay...:

1. Juan Carlos Pastrana y Andresito, el hermano.

2. ¿El viejito CM&? (no creo, me resisto...)
3. AH... TAMBIÉN ALVARO URIBE VELEZ FUE TU JEFE ...
4. y Julio Sánchez Cristo... (Julito, nooo)
5. Y Darío Arizmendi,
6. Y Hernán Peláez (No creo que Hernan...)
7. Y posteriormente con Gustavo Gómez Córdoba (pero ella aprecia mucho a Gustavo, según trino de ella misma...)
8. y también Daniel Coronell (NO CREO QUE ESTE SEÑOR, ES UN SEÑOR, DICEN A CARTA CABAL, Y NO LA VACABAL DEL HATO GANADERO)...
Para mi hay tres en alta sospecha: El 1 (cualquiera de los dos Pastrana); el 3 (Uribe Véez) y el 5 (Arizmendi, aunque periodista, del grupo "colegas"). ¿Le pegué al perro?. Quién apuesta?... ¿qué se puede esperar siendo amplificadores de la derecha? 
CLARO QUE ELLA PUBLICA UN TRINO, SALUDANDO A SUS JEFES QUE SON COLEGAS, O SEA PERIODISTAS... DESCARTANDO DE TODA SOSPECHA A LOS PERIODISTAS, ESO ELIMINARÍA A ARIZMENDI DE LA LISTA DE SOSPECHOSOS, NOS QUEDAN PUES: 1 (PASTRANAS) Y 3 (URIBE)...

Así están las apuestas. Con denuncia o sin denuncia, Fiscalía debe empezar una investigación, no es un chisme de farándula, es un crimen, y como lo afirmo al inicio de esta opinión, un crimen grave, de lesa humanidad porque se comete sobre persona protegida.

Columna de Claudia Morales en El Espectador:

El Espectador

Por: Claudia Morales

Una defensa del silencio

Una mujer joven termina su jornada laboral, llega a su hotel, se baña y se arregla para salir a cenar con una pareja de amigos. Alguien golpea en su habitación. Ella mira por el rabillo de la puerta, es su jefe. Abre, “Él” la empuja. Con el dedo índice derecho le ordena que haga silencio.
Le hace preguntas rápidas mientras la lleva hacia la cama. Ella, que siempre tiene fuerza, la pierde, aprieta los dientes y le dice que va a gritar. “Él” le responde que sabe que no lo hará. La viola.
La protagonista de la historia soy yo y al violador lo seguiré llamando “Él”. No presenté ni presentaré nunca una denuncia y voy a explicar por qué.
Cuando trabajé con “Él”, era un hombre relevante en la vida nacional. Ahora lo sigue siendo y, además, hay otras evidencias que amplían su margen de peligrosidad. Hoy, con 44 años, reviso el momento que tengo grabado como una foto y no me arrepiento de haber guardado silencio.
Para salir adelante, apelé a mi mente, a mi espiritualidad, al pudor y unos años después al abrazo de mi esposo y hace poco a los oídos solidarios de un par de colegas amigos y otros dos amigos que no son periodistas. Con ellos mi secreto está a salvo. No necesito más.
Cuando fui violada, además, vivía con mi familia una situación de dolor profundo, mi papá estaba en una posición laboral que yo debía proteger y mi vida profesional, una vez renuncié al lugar donde trabajaba con “Él”, era incierta. No existían las redes sociales y sentirse empoderado no era algo tan usual como lo es ahora gracias a esas plataformas.
Desde que empezó la campaña #MeToo revivió la necesidad de escribir sobre esto, pero sentía temor. Un miedo distinto al que tuve cuando “Él” me violó y que se transformó luego de ver los testimonios de mujeres que de forma valiente han empezado a hablar con dignidad (bueno sería oír también a los hombres abusados). Sin embargo, lo que más me motivó a escribir fue el caso de Marcela González, pareja de un remedo de periodista nazi, agredida por él según su denuncia, el pasado 27 de diciembre.
Leí tantas cosas horribles contra la mujer cuando a través de un video se retractó, que no pude evitar una profunda ira. A mí también me hubiera gustado que Marcela siguiera adelante con el caso, que no viviera más con el agresor y que empezara una vida distinta acompañada de un entorno social amable. Se activan mis miedos cuando la imagino en peligro y deseo que no tenga un final lamentable.
Pero, ¿quiénes somos para juzgarla? ¿Qué sabemos de ella? ¿Quién de los que opina en su contra conoce su entorno familiar? Una campaña como #Me Too debería servir para concientizar sobre la individualidad del ser, los matices de la existencia, las diferencias culturales y, por qué no, para defender como válido el silencio por el que algunos optamos. Los linchamientos en gavilla, cuando se trata de un ser abusado, duelen, desestimulan la denuncia y también a muchos los llena de vergüenza.
Si usted, hombre o mujer, tiene el coraje y está rodeado de un entorno solidario, denuncie. Celebraré siempre que desgraciados como “Él” y otros abusadores sean visibilizados y castigados. La revelación de mi historia es una defensa del silencio y un llamado a entender que cada uno de quienes hemos sido abusados tenemos mundos distintos. Este texto también es una forma de invitarlos a callarse cuando no haya nada bueno por aportar y tengan la tentación de juzgar.
*Periodista.


martes, 16 de enero de 2018

Una Crónica de EL ANTES Y EL DESPUÉS


De un capítulo de próximo libro -en redacción-

DE EL ANTES Y EL DESPUÉS (Fragmento)

Por: Luis Carlos Pulgarín Ceballos

El subteniente Castellanos Gaona prestaba su servicio en la inspección policial de la Arada, un poblado con no más de 1.000 habitantes. Por las calles y esquinas existe la leyenda de que en este poblado -que pertenece al área rural del municipio de la Alpujarra, Tolima-, estuvo Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo; unas cuantas décadas atrás; que habría llegado herido al poblado y que allí le habían prestado los auxilios médicos que lo habrían salvado.  


-          Por eso mijo, a este pueblo no se lo van a tomar las FARC – solían decir los más viejos del corregimiento.


No obstante, al anterior convencimiento, el pueblo se había encomendado al Señor de los Milagros, del cual tenían en la Iglesia una imagen que habría sido comprada directamente en Buga (Valle), gracias a una colecta popular. Al milagroso de Buga le oraban suplicando el pueblo no estuviera en la agenda de tomas de las FARC.

 ¿Entonces qué pasó?


            A lo mejor las FARC cogieron al milagroso ocupado, haciendo otros milagros en ese momento, porque lo cierto es que para el año de 1998, el Bloque Oriental de este grupo subversivo se tomó la Arada, destruyó la inspección y dejó un policía muerto. Y una vez conocieron el camino, regresaron:


            Al año siguiente. En 1999, volvieron, y esta vez no solo arrasaron el puesto de policía. Una veintena de casas, el puesto de salud y la oficina de telecomunicaciones quedaron devastadas. También quedó en escombros la iglesia, donde solo quedó de pie e incólume la imagen del Milagroso de Buga. Era el mes de noviembre. Ese día se llevaron cautivos seis policías que trataron de defender el pueblo. En ese pueblo y ese mes, las FARC secuestraron al subteniente Castellanos Gaona, quién tendría que soportar el infierno de su cautiverio en la inclemencia de la selva, durante largos años. De regreso a la libertad, Castellanos Gaona, tal vez sería el único en recordar la imagen del Milagroso de Buga, ese día 2 de julio de 2008.

domingo, 14 de enero de 2018

Crónica de violencias - lecturas recuperadas

Óleo del maestro y profesor Iván Moreno.
Lecturas recuperadas

De "nadies y ninguneados"
Una crónica de violencias
Por: Luis Carlos Pulgarín Ceballos
Escrita su primera versión en el año 1999.

Por azares del destino, a los 9 años viví en el Chocó. De la mano de un familiar de alma de comerciante paisa, recorrí el río Atrato y muchos municipios del olvidado departamento chocoano. En esas andanzas escuché historias en la voz blanca de hombres de piel negra y sonrisa sincera. Historias de migraciones, de movilidad fronteriza. Contaban aventuras, de cómo se internaban selva adentro, en pleno Darién, a abrir trochas y desafiar fieras, todo por ir a Panamá a comprar un rifle o escopeta para hacer más fácil la caza. Era un viaje que podía durar muchos años. Esas historias las escuché en la frontera, del lado de acá. Hace poco las escuché en la misma frontera, solo que del lado de allá, en la voz de aquellos, a los que el viaje les duró toda la vida, es decir, de los que un día salieron a comprar una escopeta y jamás regresaron. Así conocí, por vez primera sobre Migraciones, aunque en esa época, no tuviera conciencia de qué era eso.

Años después, por los mismos azares del destino, viví en Sevilla Valle, una ciudad donde, en silencio, se escuchan muchas historias. En el parque de este pueblo, muchos ancianos se sentaban a rumiar recuerdos de una guerra que todavía les causaba escozor con solo recordarlos. Ellos me hablaron de colonizaciones, de campesinos huyendo, abandonando sus fincas y  con una maleta llena de miedos y de desarraigos como única pertenencia, para evadir la muerte cruel y sanguinaria a los que los condenaban los chulavitas, es decir la policía comandada por el régimen. Fue la primera vez que escuché hablar de desplazamientos; de guerra política, de conservatismo y liberalismo, sobretodo de dictadura conservadora.

En Cartago, Valle, el profesor Bernardo Arizmendí, profesor por frustración no por vocación, pero de los mejores profesores que yo haya conocido, e historiador por causa de la violencia, nos contó del asesinato de su padre liberal, en Anserma Nuevo, cuando él era un niño de apenas 12 años. Lo asesinaron los pájaros conservadores (los paramilitares de los años 50s y 60s), mientras descansaba sobre un bulto de café, a pleno luz del día, en pleno centro del pueblito, en una compra venta de café.  Así sin darme cuenta conocí la miserableza de los asesinos, primero esos, los pájaros conservadores, los que después, en Medellín,  serían llamados “sicarios”, mucho más jóvenes y al servicio no de una élite política, sino del “patrón” de los criminales colombianos: Pablo Escobar; y en Urabá los iba a conocer como Paramilitares, estos sí al servicio de élites políticas regionales y nacionales, de redes mafiosas del narcotráfico y hasta de gremios económicos y empresarios.

Allí mismo en el Norte del Valle, escuché hablar de Carmenza Cardona Londoño, más conocida como la Chiqui, alguna vez la vi, no era tan alta para mi estatura de 12 o 13 años, y conocí los hermanos Fayad, y escuché hablar por primera vez, con gran curiosidad, de guerrillas, en esa región se hablaba del M-19. La Chiqui murió en combates contra el ejército, en el Chocó, después de hacerse famosa por su “verraquera” para enfrentar un proceso de negociación durante la toma a la Embajada Dominicana. Dicen que, en castigo, la habrían mandado a morir en el Chocó, sus altos jefes, porque estando en Cuba –después de la toma a la embajada- ella le habría roto una relación sentimental a uno de sus comandantes, Rosemberg Pabón, por preferir a un guerrillero raso.

Uno de los hermanos Fayad que conocí, lideró una protesta por los servicios públicos, se conoció como el Cartagazo. Después desapareció y apareció a orillas del río la Vieja, asesinado y con muestras visibles de tortura. Su hermano, otro de los Fayad, murió en un combate defendiendo las ideas nacionalistas del M-19, muchos años antes de que algunos sobrevivientes de este movimiento caminaran cojeando por los pasillos del Congreso, divididos a más no poder, algunos por la senda izquierda, otros por la incertidumbre de lo que se denomina en centro, y otros en la extrema derecha, al lado de los verdugos y victimarios históricos de las mayorías colombianas.  Así escuché por primera vez de protestas sociales, de guerra sucia, de incoherencias y analfabetismo político.

Nuevamente los azares de la vida me transportaron al encuentro de un fragmento temporal de mi destino: Urabá. Allí con Ruben Dario Berrio, Wilson García, Juan Carlos Pérez Betancourt y otra camada de soñadores nos empalabrabamos hasta embriagarnos de poesía para esquivar la incertidumbre  de la violencia de los años 90s, donde la señora muerte nos hacía guiños desde cada esquina. Soñábamos con publicar un libro que se llamaría La Paz Armada, cosas para leer a ratos,  nunca lo hicimos, a Ruben  Darío, Wilson y Juan Carlos los asesinaron sin misericordia. Sin darles la oportunidad de cometer su último poema. Porque en Urabá, también las balas se ensañaban con los poetas que le cantan a la vida.

Hasta el momento, la única vez que he sido presidente de algo, fue en Urabá, cuando gracias al voto de desempate que depositara el poeta y pintor Jenaro Mejía (Kintana Q.E.P.D.), me nombraron presidente del Comité Municipal de Cultura. De las peleas que tuve con los gobernantes de turno, para que le dieran cualquier limosna en el presupuesto municipal a la cenicienta de la cultura, surgió la idea de lanzarme a Concejal, para que las peleas fueran de igual a igual. Me apoyaron las mujeres organizadas de “Sueños de Mujer”, un grupo de cristianos de la iglesia cuadrangular, varios liberales independientes y por supuesto que conté con el voto de la familia (eso creo). Nunca llegué al Concejo. En cambió si asistí al despido de sus respectivos empleos, que hicieron de los liberales independientes que me apoyaron en la campaña por no haber votado por un rojo liberal. Conocí de cerca el clientelismo. No llegué al honorable cuerpo legislativo municipal, pero si asistí al destierro que le sentenciaron a Flor María Vergara, la presidenta de las mujeres organizadas por haber votado por un candidato cívico y civilista. No logre asistir a la ceremonia de posesión del concejo, en cambio sí asistí al cortejo fúnebre del Pastor Manuel Amador en Chigorodó, y dos pastores de esa iglesia en Apartadó, quienes me habían apoyado en campaña, a pesar de las advertencias de los enemigos del debate cívico (un sector de reinsertados del EPL del barrio la Chinita). Comprendí que en esa época Urabá los votos se amarran a punta de fusil y secuestro de cédulas.  En Urabá, cada bando quizo que yo tomara posición a favor de uno u otro, ser independiente es un peligro donde no se aceptan puntos medios, o estás conmigo o eres mi enemigo, era la sentencia. Tratar de ser independiente, o cívico, es decir no estar con uno u otro (derecha, izquierda) era causa de alta sospecha.

Llegué a Urabá cuando se cocinaban las masacres de Honduras y la Negra, y la desaparición de 41 campesinos en Pueblo Bello. Allí conocí la bonanza de las bananeras abonadas con la sangre de los hombres, la convivencia de la sonrisa pasajera con la mueca permanente del horror, y la muerte agazapada en las plantaciones plataneras, acechando los obreros.  La riqueza de unos pocos y la miseria de muchos. Allí conocí de desigualdad e injusticia social, al igual que de impunidad en toda su dimensión.  Y conocí,  también el exilio, una forma elegante de decir, el desplazamiento. El cual me llevó a la frontera panameña, siguiendo la pista de desplazados-refugiados colombianos, donde me encontré además con migrantes negros, a los que allá llaman paisas, que no son los mismos paisas antioqueños, y que ya son más que panameños, pues fueron de los que hace treinta o más años se fueron a comprar una escopeta y nunca regresaron.


Desde el país de la infamia, septiembre de 1999. Revisado en 2007 y 2017.

Otras entradas:}
https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com/2016/12/los-ultimos-pasos-de-las-farc-como.html

Erly, joven guerrillero de base: vida de avatares y violencias que lo arrojaron al campo de la guerra


DE COMANDANTE A MILITANTE: FABIÁN RAMÍREZ, SEMBLANZA INCONCLUSA DE UN SOÑADOR DE LA PAZ EN COLOMBIA. Nueva entrega de la serie de reportajes y crónicas sobre “los últimos pasos de las FARC  como grupo armado en la región de Urabá”.https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com.co/search?updated-max=2017-08-05T17:38:00-07:00&max-results=7&start=21&by-date=false
YO ESTUVE EN UNA ZONA DE PRE AGRUPAMIENTO DE LAS FARC EP, EL DÍA DE LA MUERTE DE FIDEL CASTRO. https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com.co/search?updated-max=2016-12-23T10:11:00-08:00&max-results=7&start=27&by-date=false

UNA CRÓNICA DE ANTES DEL SÍ Y DEL NO
https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com/2016/12/una-cronica-de-antes-del-si-y-del-no.html

PAZ - VISITA SECRETARIO GENERAL DE LA ONU - PALABRAS IVÁN MÁRQUEZ

Foto: Canal3Sistemaenlínea - Derechos Reservados.

Por la importancia de este momento, de análisis del proceso de paz ante el Secretario General de la ONU, señor Antonio Guterres, quien visita Colombia, publicamos el discurso leído por Iván Márquez, integrante del nuevo partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC):


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Señor Secretario General, constituye un gran honor contar con su presencia en Colombia, país que intenta en medio de múltiples dificultades, dejar definitivamente en el pasado, décadas de guerra, de conflicto armado, sobre la base del cumplimiento y la implementación del acuerdo de paz firmado en La Habana. 

Este esfuerzo colectivo no puede fracasar, porque está de por medio la nación en masa que anhela paz y vida digna, y porque tiene el concurso y el respaldo material y espiritual de la comunidad internacional en el que se destaca la fuerza y el compromiso de Naciones Unidas, su Asamblea General y el Consejo de Seguridad.

El proceso de paz de Colombia debe ser preservado como referente y ejemplo para la solución de conflictos en un mundo que necesita la paz como el aire para respirar. Que el sentido común nos ilumine para consolidarlo.

Una vez más pedimos al Gobierno Nacional hacer respetar la obligación del Estado, de cumplir con lo acordado en La Habana sin cambios que desfiguren la esencia de lo pactado.

Recordemos los mecanismos consensuados en el Acuerdo de Paz para garantizar su inmutabilidad y su cumplimiento:

En desarrollo de lo convenido por las partes el Acuerdo Final fue depositado tras su firma en el Consejo Federal Suizo, como un acuerdo especial del artículo 3 común de las Convenios de Ginebra. Luego fue depositado por el gobierno colombiano ante Naciones Unidas, como una Declaración Unilateral de Estado, que tiene compromiso de cumplimiento, y en consecuencia el Acuerdo de Paz es hoy un Documento Oficial del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. 

El mismo Acuerdo de La Habana fue refrendado por el Congreso de la República el 30 de noviembre de 2016. Y a través del Acto Legislativo 002 de 2017 -declarado exequible por la Corte-, el mencionado Acuerdo adquiere rango constitucional y se convierte en norma superior de obligatorio cumplimiento.

Más allá de todos estos aseguramientos, sin negar los avances, debemos decir que existen evidentes incumplimientos, y comenzar con su reconocimiento es paso fundamental para lograr su superación. En tal sentido, son válidas las preocupaciones y advertencias del Secretario General adjunto para asuntos políticos de NNUU, el señor Feltman, frente a los déficits del proceso que lo llevan a concluir “que existe la valoración común de que se debe hacer más para garantizar que se mantengan los logros notables de la primera fase del proceso de paz”. 

Dentro de esta misma perspectiva, Naciones Unidas ha precisado que la decisión de los insurgentes de renunciar a la violencia armada para hacer actividad política pacífica en un contexto democrático, es el corazón del asunto”. Habiendo hecho la guerrilla dejación de armas, el no cumplir el gobierno sus compromisos, generaría graves repercusiones para el proceso. 

En el campo de estas reflexiones, mencionemos algunos de los problemas más graves: 

La implementación normativa de los acuerdos fue convertida en una suerte de re-negociación, que aparte de atropellar principios como el de Pacta Sunt Servanda y el de buena fe, derivó en desfiguración del texto y el espíritu de lo acordado.

No se ha adjudicado un solo centímetro de tierra a los guerrilleros, ni se han ejecutado los desembolsos necesarios para el inicio de proyectos productivos. Urge la distribución y formalización de la propiedad de la tierra para las comunidades rurales, tal como lo consigna el acuerdo sobre RRI. Apartándose del énfasis en los derechos humanos, la erradicación forzada de cultivos de uso ilícito se impuso sobre la sustitución voluntaria, que era la base de la nueva política antidrogas convenida. La Reforma Política se hundió en las mezquindades del Congreso, e igual suerte corrieron las Circunscripciones Territoriales Especiales de Paz. La JEP, elemento cardinal del Acuerdo, fue deformada en los debates del Legislativo, al punto que la Ley Estatutaria aprobada, es una trampa para colocar a los insurgentes en manos de la jurisdicción ordinaria, a fin de someterlos al Derecho Penal del Enemigo.

Los cambios anunciados por la Corte Constitucional excluyen de la JEP a los terceros no combatientes involucrados en el conflicto, es decir a funcionarios del Estado y a particulares; anulan la independencia de la JEP como órgano judicial de cierre respecto a la justicia ordinaria; de manera parcializada multiplica el régimen de condicionalidades para que los miembros de las FARC puedan permanecer en la JEP, con la amenaza de pasar a competencia de la justicia ordinaria por valoraciones subjetivas de los jueces; introduce nuevas limitaciones a la participación política de miembros de las FARC; altera el régimen de sanciones previstas en el acuerdo final; se impide que los defensores de derechos humanos sean magistrados de la JEP, limitación que no toca a quienes hayan sido defensores de miembros de la fuerza pública, de paramilitares o servidores de las instituciones del Estado. Con todo esto se revictimiza a las víctimas del conflicto al no permitir que se ofrezca verdad plena y suficiente.

Trece meses después de haber sido aprobada la Ley de Amnistía todavía no se conoce un fallo en firme de la Corte Constitucional, que de ser declarados inexequibles algunos contenidos de esa norma, sería una grave vulneración de la seguridad jurídica de los ex combatientes, y del Acuerdo de Paz en general. No olvidemos que continúan en prisión más de 500 integrantes de las FARC, lo cual nos hace el partido con el mayor número de prisioneros políticos en Colombia. Se acordó, que una vez finalizado el estatus jurídico de las zonas veredales, las personas con libertad restringida, quedarían en libertad condicional y a disposición de la JEP. Señor Secretario General, a pesar de ello, todavía quedan 12 miembros de las FARC recluidos en el pabellón penitenciario de la antigua Zona Veredal de Mesetas.

La Fiscalía ha impedido la puesta en marcha de la Unidad Especial de Investigación de crímenes del paramilitarismo contemplada en el numeral 74 de la JEP. Y ha bloqueado las necesarias reformas constitucionales para que esta unidad pueda funcionar con autonomía dentro de la Fiscalía General de la Nación. Señor Guterres, la Unidad Especial de Investigación de crímenes que recoge el informe del 10 de diciembre al Consejo de Seguridad, no es la Unidad prevista en el Acuerdo, porque ella no tiene la autonomía de funcionamiento que le otorgaría la reforma constitucional convenida. Además, el decreto que la crea, tiene vicios de nulidad porque introduce materias no previstas para el procedimiento fast track, colocando a toda la Unidad Especial en riesgo de inexequibilidad. En la Fiscalía todavía duermen engavetadas 15.000 compulsas de copias sobre casos de responsabilidad de civiles en crímenes del paramilitarismo que nunca han sido investigadas. Como tampoco lo han sido los 150 asesinatos de lideres comunitarios tras la firma del Acuerdo de Paz.

Frente a esta situación de crisis, las FARC presentarán ante NNUU -bien ante el Consejo de Seguridad o ante la Asamblea General- una petición para que alguno de esos dos órganos solicite a la Corte Internacional de Justicia una opinión jurídica sobre los efectos y obligacionales de la Declaración Unilateral de Estado realizada por el Gobierno de Colombia el 13 de marzo de 2017 ante la ONU. Entendemos que una opinión jurídica de la Corte Internacional de Justicia es una herramienta fundamental para que los futuros gobiernos colombianos cumplan estrictamente con el Acuerdo de Paz.

La paz intenta levantar el vuelo, con esfuerzo, con dificultad, como ocurre con el vuelo de los flamencos, que un vez logran despegar, progresivamente alcanzan las alturas más extraordinarias. Es lo que queremos para Colombia y para ello pedimos el respaldo de su gente, del movimiento social y político, y también el apoyo de Naciones Unidas, de los países garantes y acompañantes del proceso, de los ex presidentes Mujica y González, porque esta paz ya no pertenece solo a Colombia, sino al mundo.

El Acuerdo de Paz de La Habana, aprobado paso a paso con el visto bueno de la ONU, es un logro histórico, de impacto favorable a la sociedad y a la humanidad, es sin lugar a dudas, el más importante alcanzado desde 1948. 

No queremos guerra sucia que nos siga exterminando como exterminó a la Unión Patriótica. No queremos que el fin de la guerra con las armas, marque el comienzo de una guerra jurídica capitaneada por el odio y la venganza.

Gracias Naciones Unidas, gracias señor Secretario General por su compromiso con la paz de Colombia, por la segunda misión de NNUU, verdadera guardiana de los Derechos Humanos y de la implementación. Que no se agote con este Gobierno el esfuerzo por buscar la paz con el ELN, para que ella sea completa. Y hasta con otros que estén dispuestos a devolverle la reconciliación y la plena tranquilidad a los colombianos.

jueves, 11 de enero de 2018

Crónica 6 El Salvador

Mi hermana y yo
Por: Juan Gil Blas


Recuerdo que en 1982 mientras me estaban torturando en mi condición de desaparecido por el Estado colombiano en una instalación militar, los torturadores me preguntaban si mi hermana era también parte “del movimiento”. Mi hermana, mi única hermana entre seis hijos, era a la fecha y es hoy, católica, apostólica y romana, tan lejos del marxismo de aquel “movimiento”, como puede estarlo un terrestre de Plutón, y tan lejos de la ilegalidad como Francisco de Asís del mal.
—En nombre de las Fuerzas Armadas de Colombia le hago cuatro propuestas y respóndame rápido, a las buenas o a las malas, con cuál de las cuatro se queda: 1) el cementerio; 2) Bellavista; 3) en la calle trabajando con nosotros; y 4) en la calle sin problemas. ¿Cuál prefiere? —me decía el torturador del MAS de uniforme camuflado. Yo, por supuesto, me quedé con la cuarta posibilidad, y entonces comenzaron de verdad las torturas porque el torturador siguió preguntándome por cosas que yo desconocía: nombres de personas, direcciones y armas, como en un sonsonete: nombres, direcciones y armas. Gustavo Petro, ese gran dirigente colombiano, sabe muy bien por qué durante casi toda su vida rebelde se llamó Aureliano. Es porque un militante revolucionario de los años ochenta nunca conocía el nombre de los demás militantes y menos aún dónde vivían, elemental medida de seguridad que toman los pueblos rebeldes contra las dictaduras. Nos estábamos enfrentando, desde escenarios distintos, Aureliano y yo, a la democracia más antigua del continente, que ha sido más violenta e intolerante que las dictaduras de Chile, Argentina y Uruguay juntas. Cosas de jóvenes, claro, pero de jóvenes felices y heroicos.
Siempre, desde que los militares o MAS (eran lo mismo, luego se llamaron AUC), reconocieron al fin que me tenían en su poder, gracias a la labor de búsqueda que emprendió mi familia por un lado y por el otro el Comité de Derechos Humanos que presidía el médico Héctor Abad Gómez, y porque realmente nunca hubo una acusación jurídica contra mí y hasta el día de hoy no tengo problema alguno con la justicia colombiana, ni registro alguno en mi contra, pues mi delito era simplemente de rebelión y de conciencia; y amén de que una década después abandoné mi militancia orgánica, pero no mis ideas de justicia social, me quedó sonando por siempre, digo, el por qué los torturadores me preguntaban por mi hermana, si era ella una hija de Dios, de misa en Santa Teresita y La Consolata todos los días. Éramos entonces tan distantes ella y yo en ideas, como puede estarlo, otra vez, un terrestre de Plutón.
Poco antes del torturador encerrarme en un cuarto forrado en icopor fabricado ex propósito para apagar los gritos de los torturados, en la IV Brigada, éste me dio una última lección de política, que no olvidé jamás. Palabras más palabras menos, esto me dijo el torturador: “Usted sabe que en Colombia no hay democracia, pero mejor que usted, eso lo sabemos nosotros. ¿Pero sabe por qué ustedes no nos van a ganar nunca? Porque la gente cree que aquí hay democracia y mientras la gente crea eso y ustedes sean los que ataquen la democracia y nosotros seamos los que la defendamos, ustedes nunca nos van a ganar”. Por ustedes, claro, se refería al “movimiento”, y por “democracia” sólo al Ejército.
Al noveno día de mi desaparición, mis desaparecedores me regresaron al seno del hogar, un triunfo de quienes desde la calle no pararon un segundo de buscarme por cielo, mar y tierra. Yo, por precaución (ya por entonces Pablo Escobar junto con Fabio Ochoa era el principal cuadro de la contraguerrilla en Medellín y el hijo mimado de los poderosos), me fui un tiempo de casa, a alfabetizar campesinos en el Bajo Cauca y luego a trabajar con cristianos de las Comunidades Eclesiales de Base en la Costa Atlántica, hasta que, con la serenidad que concede el tiempo, decidí retirarme de las actividades políticas y dedicarme de lleno a mi mundo literario; un poco al modo de Ignacio Escobar, el personaje de la novela Sin remedio de Antonio Caballero y un mucho al modo de Tonio Kröger el personaje de Tonio Kröger el del relato de Thomas Mann.
Nunca me arrepentí de mis hechos de juventud, no me arrepiento de esos tiempos, es la mejor generación que ha dado Colombia: libertaria, rebelde, políticamente estructurada, serena; puras, auténticas, hermosísimas y deliciosas ovejas negras. En los vericuetos de la vida, dos veces regresé a la casa paterna y ya como adulto reencontré a mi hermana por la que me preguntaron en los años ochenta los torturadores. La reencontré en el espíritu, quiero decir, pues luego de romper el frío que nos producía haber vivido en mundos tan separados (ella en la Tierra y yo en Plutón), supimos acercarnos. Yo nunca traté de imponerle mi ideología, si es que tengo alguna, y ella menos ha tratado de hacerme católico, apostólico y romano. Lo lindo de nuestra relación hoy, es que nos comprendemos y nos aceptamos como somos.
Ella, a diferencia de casi todas nuestras primas y tías de La América y Laureles que son partidarias del No por la ignorancia y el fanatismo que les transmite RCN —su Dios, creo yo—, es partidaria y activista del Sí, y para nada santista. Es más: está a favor de los pobres y sus luchas. Y acá viene esta reflexión sobre la paz, trascendental para Medellín hoy, en su condición de ser la ciudad más No y uribista de Colombia: católicos, apostólicos, romanos, marxistas, soñadores y escépticos como yo, podemos juntos querer la paz. O, en otras palabras, que los que venimos de Plutón, podamos por primera vez vivir en la Tierra, pues ya somos tan numerosos como los terrícolas, e igual o incluso mejor estructurados que ellos. Eso es lo que mi hermana por instinto católico comprende. Yo le aprendo a ella su lenguaje cristiano de paz y amor.
Queremos ambos, dejar atrás eso de que en Colombia se torture y desaparezca a personas por razones de ideología o por cualquier otra razón, y tratamos, mi hermana desde su iglesia y sus oraciones y yo desde mi refugio, de que los otros comprendan al otro y no lo anulen más.
Estamos a las puertas de un nacimiento histórico.

(6 de octubre de 2016) 

Crónica 5 El Salvador

Al luchador anónimo
Por: Juan Gil Blas, desde Medellín.

Salvador, Buenos Aires, La Milagrosa, San Diego, Las Palmas, barrios que también sembraron rebeldía. Hijos de esos barrios lucharon y soñaron un mundo mejor, hasta el punto de arriesgar sus vidas por lo que creían debe ser el mundo. Años ochenta duros. Algunos murieron en el camino, esa sangre regó la simiente rebelde de Medellín. Muchos otros, los más, permanecieron en el anonimato. Se alzaron, fueron rebeldes, se retiraron de sus organizaciones cuando lo creyeron conveniente, sin despotricar de nadie. Nunca reclamaron pago por ello, ni recibieron programas de reintegración a la sociedad, ni hicieron alharaca de su pasado. Ellos mismos se reintegraron solos, en silencio, sin abandonar sus convicciones, poniéndolas en práctica en sus pequeños espacios familiares y sociales. Son ellos el faro de harta gente buena y culta, todo un baluarte educativo de la sociedad. A ellos, a los que nadie nombra y ahí están, van estas líneas.
Antioquia ha sido territorio alzado desde siempre. Ya los investigadores han anotado que era común ver en las montañas antioqueñas gente armada deambulando por ahí. Tirofijo y Timochenko tienen origen paisa (Tirofijo, de Génova, Quindío, y Timochenko, de La Tebaida, Caldas). El barrio Manrique dio a los hermanos Vásquez Castaño (Manuel, Antonio y Fabio). En estos cinco nombres están reflejadas las dos organizaciones insurgentes más grandes que ha tenido el país en cincuenta y dos años, dado que ambas nacieron a la par (1964). Todos cinco, antioqueños pobres, de antes del reordenamiento administrativo de mediados de los sesenta.
Medellín, la capital, no escapó a esos vientos de Café y Petróleo. Pablo Escobar, Fabio Ochoa, la mafia y los militares los tuvieron en su blanco, los hirieron, los desvertebraron en parte. De ahí que el Establecimiento tanto le debe a la cultura mafiosa.
Pero gracias a ellos, a los anónimos, se habla hoy de derechos humanos, se tiene un mayor sentido de los derechos, se practican más los deberes comunes al hábitat urbano, se tienen visiones y prácticas de participación, se apoya y se renueva el arte urbano y popular, se comprende a la mujer como par, se defiende a los animales, al medio ambiente y a la diversidad.
Gracias a ellos y ellas, la administración de la ciudad cooptó sus pensamientos y entró a atender, en parte, las exigencias de la población. Sin esa izquierda insurgente Medellín sería hoy una ciudad deprimida.
Por estas faldas y estas planicies caminaron. No fueron pocos. Maestros y maestras, estudiantes de ambos sexos, monaguillos, sacerdotes, monjas, obreros, desempleados, amas de casa, carpinteros, cerrajeros, obreros, gente del común se alzó en Medellín en los años setenta y ochenta. Fue el auge de esas organizaciones revolucionarias.
No solo las dos gigantes, de la que aún queda una, la última, en armas, sino también una cantidad de organizaciones y siglas de menor alcance histórico, pero no por eso inexistentes: PCML-EPL, TMLM, LMLM, PRT, MIR, MUR, M19. Un montón. Varios, muchos de sus integrantes son hoy reconocidos actores de teatro, músicos brillantes, poetas, ONG, docentes, feministas, ex secretarios municipales, médicos, escritores que hacen de Medellín una ciudad interesante.
El M19 fue el primero de estos movimientos en conducir a su gente a reinsertarse a la sociedad. Cédula en mano, cámaras al lado, micrófonos al frente. Luego lo haría el EPL, luego la CRS, hoy lo hacen las FARC. Se registran, los readaptan, se incorporan a la lucha política legal. Unos terminan defendiendo al establecimiento que antes combatieron, otros perseveran en sus ideas de un cambio profundo en la sociedad, a otros los matan con total impunidad. El SENA les abre puertas, las Universidades, las empresas, el sector de la cultura oficial.
Pero esos otros que caminaron estas mismas calles y guardaron silencio en su retiro para no afectar a sus antiguos compañeros, en soledad rehicieron sus vidas y perseveraron en sus ideales. Gloria, Mónica, Jairo, Claudio, Javier, Miguel, Juliana, Pío, Ana María... Un montón de buenos ciudadanos que aún no han contado su historia, pero que ahí están. No hay barrio que no los tenga.
Sin ayuda de nadie, apoyados en sí mismos, tercos como mulas, salieron adelante. Conservan sus ideas, sueñan y trabajan por un mundo mejor. Son hoy, callada o sonoramente, en el tejido social, baluartes fundamentales del Sí. Casa por casa, con amor, con generosidad. Fueron los mejores y siguen ahí. Como escribió Mario Benedetti: “La lenta libertad es una cadena de corazones dándose la mano”.

(21 de septiembre de 2016)