miércoles, 7 de septiembre de 2016

GUAJIRA, ENTRE LOS CRÍMENES DE CORRUPCIÓN DE SUS GOBERNANTES Y SU DESÉRTICA REALIDAD

NO MIREMOS A OTRO LADO, SITUACIÓN DE LA GUAJIRA PERSISTE Y NADIE TOMA CARTAS EN EL ASUNTO.

Por Luis Carlos Pulgarín Ceballos
Canal3sistemaonline.com

Luego de la situación vivida en el departamento del Casanare, en el año 2014, donde la sequía mató miles de animales y afecto drásticamente la supervivencia de los habitantes (todo esto producto de la intervención desaforada del hombre sobre la naturaleza, en este caso para los procesos de explotación petrolera, minera y ganadera como primer factor),  se presenta en el departamento de la Guajira otro desastre que ya ha cobrado la vida de centenares de niños.

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FOTO: Stephen Ferry for The Guardian

Una región desértica, sin agua, sin vegetación, sin animales, sin esperanza, donde niños y personas de tercera edad se mueren de hambre y de sed ante el abandono total del gobierno. El caso de los indígenas Wayúu y los Kogui es uno de los más preocupantes, pues como si fuera poco a sus sufrimientos cotidianos, se suma el hecho de que de manera cínica, las autoridades del ICBF -envueltas en altos líos de corrupción-, les endosa la culpa por cada niño que se muere. Pues el decir de los funcionarios de esta instancia pública paquidérmica es que, por cuestiones de cultura los padres de los niños no dejan que éstos sean atendidos por las EPS. En diciembre del 2015, La Comisión Interamericana de Derechos Humanos instó al gobierno colombiano a tomar medida urgentes, proteger la niñez y garantizar sus derechos vitales al agua, a la alimentación y la salud, sin embargo, a febrero de 2016, los niños se siguen muriendo y las medidas urgentes pedidas por la CIDH, permanecen en el limbo.

A finales del año 2014 y principios del año inmediatamente anterior, la sequía generalizada en toda la región Guajira, atribuida por los medios de comunicación de las élites económicas y colombianas, a los fenómenos y desastres de orden natural, empezó a cobrarse con los seres más vulnerables de las miles de familias que pueblan el territorio desértico al norte de Colombia: los niños. Los testimonios no podían ser menos que abominables, totalmente inhumanos, no se trataba solamente de ausencia de agua, se trataba de ausencia de alimentos. A la región han llegado elementos medicinales para superar los altos niveles de desnutrición de la población infantil, pero a decir de los habitantes de la región, las diferentes dosis recetadas se deben tomar antes de cada comida, y ¿cómo cumplen esta premisa, si precisamente el caso es de hambre?

En el país se movilizaron miles de personas realizando campañas para recoger agua y enviarla a la población. El activismo humanitario se mueve dentro de la lógica generalizada de que el problema es de los nuevos ordenes climáticos, nadie se detiene a reclamar, en ningún momento, la responsabilidad del gobierno, tanto en lo nacional como en lo regional, no tanto por la ineptitud sino por los altos niveles de corrupción –denunciados desde diferentes esferas- que han agudizado la miseria y bloqueado cualquier tipo de desarrollo regional. 

Denuncias de corrupción a montón:

“¿Por qué voy a renunciar? Estoy cumpliendo con mi trabajo”, dijo Cristina Plazas, la directora nacional del ICBF en reciente entrevista al periódico El Tiempo de Bogotá. Olvida que bajo su dirección se han movido mafias de contratación que han condenado a la muerte a miles de niños en el departamento, y que a pesar de unas cuántas capturas, la corrupción dentro del ICBF parece continuar, no sólo porque los niños siguen muriendo, sino porque la Procuradora delegada para la Infancia y la Adolescencia asegura que en el ICBF hay improvisación, falta de planeación y hasta corrupción. De otro lado, los niños de cero a cinco años no están en los programas del ICBF, reveló Oneida Pinto la gobernadora de la Guajira: “El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) es responsable porque la mayor parte de los niños de 0 a 5 años de La Guajira no están vinculados a los programas de alimentación”, (http://www.eltiempo.com/politica/gobierno/entrevistas-con-directora-del-icbf-y-gobernadora-sobre-muertes-de-ninos-en-la-guajira/16507744).

Antecedentes de una cadena de corrupción en el departamento.

No bien salía elegido como gobernador de la Guajira, en unas elecciones atípicas, el actual mandatario José María Ballesteros, del polémico partido Opción Ciudadana, cuando ya se levantaban varias voces para acusarlo de corrupción. De esta manera varios diarios colombianos, entre ellos El Colombiano de Medellín, publicaba el 2 de junio de 2014, el siguiente titular:  Denuncias contra nuevo gobernador de La Guajira por corrupción, noticia ampliamente difundida por Colprensa, en la cual se expresaba lo siguiente “El investigador de la fundación Paz y Reconciliación, Ariel Ávila, aseguró que las elecciones atípicas a gobernador de la Guajira, en las que salió electo el candidato del partido Opción Ciudadana, José María Ballesteros, estuvieron manchadas de corrupción y compra de votos”. Denuncia que ya había hecho en varios foros y encuentros políticos la candidata vicepresidencial Aida Abella, quien afirmó en su momento ver en sus giras por la guajira, la compra desaforada de votos en cada rincón de la región, aludiendo a la situación desigual con la cual los candidatos de la Unión Patriótica enfrentaban sus candidaturas a las corporaciones nacionales de elección popular.

La Guajira es hoy por hoy tierra de carteles, más de 200 caminos ilegales hacía Venezuela permiten negocios ilegales entorno a la coca, y la gasolina ilegal. Ésta última, la gasolina, se ha convertido para algunos, en algo así como “una gran multinacional del crimen. No solo puede mover entre 2,5 y 5 billones de pesos de utilidades al año, sino que ha devastado lo poco que quedaba de instituciones. Gracias a ella algunos clanes y bandas armadas se tomaron esa inhóspita región. El contrabando de cigarrillos y licores, que ha sido escuela de criminales, como Pablo Escobar, parece un juego de niños al lado de la gasolina ilegal” (Revista Semana, página electrónica, 19/7/2014).

Pero sin duda alguna la peor lepra que padece la Guajira es la del cartel de los corruptos. En este departamento donde entre 2008 y 2013 murieron más de 5 mil niños por desnutrición se han derrochado miles de millones de pesos, tanto de las regalías de la explotación minera en el departamento como de platas giradas por la nación para que se hagan obras que permitan abastecer de agua a la población y que superen el problema de la mortandad infantil por hambre; pero a sol de hoy, ni las obras, ni la disminución de muerte infantil, y mucho menos razón de la plata.  En octubre de 2013, la Procuraduría le formuló cargos al entonces gobernador Kiko Gómez, cargos por corrupción, más de 130 mil millones para planes de infraestructura educativa sin obras reales, mientras que por su lado, la Contraloría encontraba detrimentos en el patrimonio público por más de 8 mil millones de pesos. Esas son las perlas políticas que le ha tocado a la guajira.

Para ilustra parte de las anteriores afirmaciones leamos un aparte de un reportaje del periódico Vanguardia de la región: “Cerrejón es el líder en las exportaciones (60 %); su producción constituye el 55 % del PIB de La Guajira y entrega al departamento, según lo estimó el Plan de Desarrollo del 2012, $615.739 millones por conceptos de impuestos y regalías, cifra que ha ido en aumento en estos dos años. Nada de eso ha significado que sus habitantes, los que tendrían que ser los beneficiados con estos dineros, reciban la ayuda que necesitan para paliar la situación de hambre, sed y abandono (Vanguardia – domingo, 3 de agosto de 2014, página electrónica). http://www.vanguardia.com/actualidad/colombia/272207-la-guajira-asfixiada-por-la-corrupcion-el-hambre-y-la-sed.

El 7 de agosto de 2014, asumió para un nuevo periodo presidencial, el actual mandatario Juan Manuel Santos; en sus promesas de campaña quedó manifiesto que “el segundo día de su mandato estaría al frente del proyecto de construcción del acueducto regional”,  de ello han pasado ya casi dos años y no sólo no ha estado al frente de la construcción del acueducto prometido, sino que también ha guardado silencio ante los visibles síntomas de corrupción gubernamental en el departamento. Tal parece que los avatares propios de sus compromisos con dar continuidad a las locomotoras de la economía en beneficio de las clases más pudientes del país, sus desvelos por seguir vendiendo el patrimonio nacional a sus amigos extranjeros, caso Isagen, y sus veleidades en pro de un Premio Nobel de Paz con el proceso de paz en la Habana, le ocupan demasiado tiempo y hacen que con el olvido de sus promesas, condene a que en la Guajira se profundice el desastre y que el hambre genere un genocidio infantil.
 

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