LOS ÚLTIMOS PASOS DE LAS FARC, COMO
GRUPO ARMADO, EN LA REGIÓN DE URABÁ. Primera parte.
Reportaje exclusivo
de Canal 3 sistema en línea.
Por: Luis Carlos
Pulgarín Ceballos.
Fotos: Luis Carlos Pulgarín Ceballos y Luisa Fernanda Vargas (Canal 3).
Con gratitud entera a DESCOLPAZ y Corporación Claudicantes.
Con gratitud entera a DESCOLPAZ y Corporación Claudicantes.
A lo lejos, se ve el imponente cerro Care Perro, apetecido por las multinacionales dado que se presume es una montaña de coltán –el denominado oro negro del futuro-, como guardián permanente de este encuentro. Hemos bordeado la cuenca del río Atrato para luego navegar por el río Murindó, uno de sus afluentes. Es lunes y hemos llegado hasta los límites el Chocó con Antioquia, pasando por Belén de Bajirá, municipio que se disputan entre estos dos departamentos y que, a decir de algunos habitantes, debería ser titulado al departamento de Antioquia, pues “mientras Bajirá siga infestado de paramilitares, eso es paisa, si se lo dejan al Chocó que nos lo dejen limpio de paras” refiriéndose a la visible presencia de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, asentadas en este territorio que es paso obligado hacia el caserío de Brisas (en Carmen del Darién, Chocó), lugar donde se toma la panga para viajar por la única vía de transporte que nos lleva hacía Murindó y otros lugares del denominado Urabá antioqueño y chocoano: la cuenca del Río Atrato, territorio de tradicional presencia de las FARC-EP, con quienes en el marco de un proceso de pedagogía de paz desarrollado en la región, hemos acordado un encuentro.
En paredes y esquinas se anuncia la presencia de las AGC, con pintas delimitan su territorio.
Dan los
últimos pasos como combatientes armados, por estos territorios donde han
sembrado –durante décadas-, sus arraigos revolucionarios, son hijos de esta
tierra a donde piensan regresar una vez se cumplan todos los protocolos del
desarme, protocolos que muchos aún no entienden o vislumbran con gran
incertidumbre.
Mi primer
encuentro se da con una misión del Frente 34, una docena de combatientes,
hombres y mujeres muy jóvenes, liderados por el Comandante Jimmy, un hombre
sencillo con gran ascendencia campesina, de tez trigueña, tal vez quemada por
la inclemencia del sol; delgado, de unos
1,70 de altura, con una barba de una semana sin rasurar.
Ya no están
campamentados, es decir, en los rigores del campamento improvisado donde están
alertas, a la espera del combate o de la marcha permanente por las montañas o
para ubicar al enemigo o por el contrario para rehuirlo. A primera vista son muchachos y muchachas de
vereda, uno diría que es un grupo de estudiantes que regresa del colegio de
vereda si no fuera por los grandes morrales y las armas que aún cargan a sus
espaldas, aunque ya no están obligados a portar uniforme, vienen de civil,
afirman que les han dicho que sólo volverán a usar uniforme de las FARC el día
en que entren a las zonas y campamentos de concentración de la guerrillerada
para empezar el proceso gradual de desarme.
Horas
después llegará otro grupo, esta vez unos 25 hombres más, y dos comandantes de
Frente; se van reuniendo para organizar el Pleno Regional con miras a la Décima
Conferencia de las FARC. Esta es su misión, recoger la guerrillerada de la
región, incluso los milicianos, para reunirse con los frentes 5, 57 y 58, con
los cuales se trabajaran y unificarán los lineamientos ideológicos que como
Frentes de las FARC en Urabá llevarán a la X Conferencia de las FARC en el
Yarí, en Caquetá, muy cerca de la zona del Caguán, sede de los frustrados
diálogos con el gobierno de Andrés Pastrana en el año 2000.
Se muestran
relajados, muy efusivos con la visita de quienes recién llegamos al territorio,
contentos de poder compartir sin los temores del inminente combate,
esperanzados cuando se les habla de la paz y del destierro de la guerra. Poco a
poco se acomodan en la caseta donde se da el encuentro. Se despojan de las armas, las van dejando por
allí, regadas, en los rincones, en las improvisadas bancas de madera, contra
las esquinas; descansan del peso de morrales y armas y se disgregan a asumir
las tareas que ya les han asignado, o simplemente a conversar y fumarse un
cigarrillo, si no tienen funciones asignadas. En la noche, después de formar, se
distribuirán nuevas tareas y se rotarán la guardia que, aunque ya no es tan
estricta como en tiempos de combates, aún no deja de ser una gran
responsabilidad a cumplir durante toda la
noche.
La cotidianidad guerrillera en
tiempos de tránsito hacia la paz.
Son las 5 de
la mañana, empieza a clarear el día, desde mucho antes de que descollara la
madrugada se han empezado a escuchar las voces de la guerrillerada ya despierta.
El ranchero
está levantado desde muy temprano haciendo “los tragos”, es decir, el primer
café de la mañana. Mariana, la ecónoma del Frente que cuenta con no más de 17
años de edad, visiblemente contrariada afirma que cuando ella ha estado en la
ranchería madruga más y que a esa hora, casi las 6 de la mañana, ya estaría
listo el desayuno.
Los fusiles
siguen descansando en los rincones del improvisado rancho donde pasaron la
noche. Por este día no están en campamento, si estuvieran en Campamento sería otra
cosa, la disciplina es otra, hoy por lo menos el sueñito de la noche fue un
poco más largo, a decir de ellos “en el campamento no podrían echarse un
sueñito extra y ya estarían, como mínimo, estudiando”.
Erly, el
encargado de las comunicaciones, hace improvisados cableados por entre las
ramas de un árbol para activar el radio. Algunos guerrilleros se dedican
simplemente a conversar de manera tranquila. Alguno intenta una llamada por
celular. Otros, aunque saben que sus armas ya no “tronarán de nuevo”, hace casi
dos años ya no son disparadas, sacan tiempo para hacerles mantenimiento,
limpiarlas, mimarlas, después de todo han sido su compañía de camino durante
mucho años, su seguro de vida a la hora de un combate, se preparan para
decirles adiós, pues ya se hicieron a la idea de que serán fundidas para hacer
sendos monumentos a la paz con los cuales se fijará para la memoria histórica
de una guerra que no debió ser ni existir.
Bordean las
ocho de la mañana y llegan dos guerrilleros con un zaino o, manao como lo denominan algunos campesinos de la
zona (un cerdo de cuello blanco parecido al tatabro), recién cazado. Han
solucionado la carne para el almuerzo. Emocionados comentan que “Remanga”, uno
de los dos guerrilleros que lo traen, lo logró matar con un tiro de pistola. Desde
donde continúa intentando encontrar señal para las comunicaciones del Frente, Erly
les grita que si estuvieran en la ciudad, mínimo les darían 10 años por matar el animalito.
Todo movimiento no agendado es consultado con el comandante a cargo de la misión: en la tarde una joven guerrillera, pide permiso al comandante Jimmy para ir al río y bañarse un rato, también le pide que ponga en lista de compras algunas cosas personales. Todas las provisiones, incluso las cosas personales de cada guerrillero deben ponerse en la lista, ningún guerrillero maneja plata, todo se les entrega según lista de pedidos.
Carlos, otro
combatiente, pide al comandante permiso para ir a visitar un hermano que vive
en una vereda cercana, aprovechando que se quedarán por esa noche en este punto
de encuentro. El comandante Jimmy lo autoriza a apartarse del grupo, pero le
ordena que se vaya acompañado de alguien y que regresen antes de las 6 de la
mañana del siguiente día.
Algunos
combatientes aprovechan para caminar con sus mascotas, aquí están con ellas,
perros criollos en su mayoría, con los cuales se tejen otras anécdotas de la
guerra, por ejemplo, la anécdota de cómo Guerrero, fiel guardián de uno de los
combatientes del Frente, salvó a su amo en pleno enfrentamiento con el
ejército, lo sacó del campo de batalla cuando éste cayó herido con tres balazos
en el cuerpo, lo arrastró hasta ponerlo a cubierto en un matorral lejos de las
balas y de los ojos del enemigo.
Un par de
guerrilleros descansan en una hamaca hasta que con las primeras sombras de la noche
son llamados a formar. A la orden de formación, todos corren a buscar las armas
que han estado abandonadas para presentarse ante sus comandantes. Ya en
formación se les distribuirán tareas de vigilancia por turnos de una hora cada
uno y se les hace una lista de tareas para el siguiente día.
Gracias a que
en el lugar hay una planta eléctrica tendrán luz hasta eso de las 9 de la
noche. Después de la comida, todos se congregan cerca de los bombillos para
escapar al acoso de los mosquitos que hacen de las suyas en las sombras.
También tienen tiempo para jugar dominó y hasta ver varios videos sobre el
proceso de paz. En todo caso, hay vientos de tranquilidad, no están en función
de guerra, esperando el encuentro definitivo con la paz.
Mariana, la ecónoma del Frente.
Mariana, tiene
17 años “a punto de cumplir los 18” aclara con énfasis tranquilo; delgada y de
tez trigueña, cabello negro largo y lacio, recogido en una cola de caballo, de
facciones mestizas muy propias de las mujeres de la región; es la ecónoma del Frente 34 de las FARC,
ahora tiene tiempo de poner al sol de la tarde, una docena de tomates que se le
han humedecido, para que no se pudran, mientras su fusil permanece en silencio
sobre una banca de madera. De allí se levanta para indicar al “ranchero”, un
joven un poco mayor que ella, donde están los insumos con que éste ha de
elaborar la comida.
En la mañana
siguiente me encuentro con Mariana, en la orilla del río. Lava algunos trastes.
Me cuenta que ingresó a los 15 años a la guerrilla, desde los 12 años quería
ingresar pero no la aceptaban, una vez cumplió los 15 se voló de la casa, dejó
a sus padres con el ponqué y la fiesta de celebración para su cumpleaños
preparados. Su padre durante muchos días persiguió un novio que ella tenía, pues
estaba seguro que éste se la había llevado a vivir con él y la tenía escondida,
hasta que ella les mandó una boleta para avisarles que no la esperaran pues se
había enguerrillerado.
Desde
pequeña vio la guerrilla en su entorno, ésta era la autoridad a lo largo y
ancho de Bajirá, municipio de donde ella proviene. La guerrilla es posibilidad
de cambio, allí encontró un grupo, una nueva familia. Le pregunto por su novio
en Bajirá, si no lo quería, por qué
dejarlo y meterse a la guerrilla, y ella responde de manera espontánea y rápida
“es que ese me las había hecho, cada rato por ahí bebiendo y paseándose con las
putas”. Entonces le indago si se metió a las FARC por despecho, y me recuerda
que me ha dicho que desde los 12 años; que mucho antes de tener novio, ella ya
quería meterse a guerrillera.
En su tiempo
como combatiente lo más duro para ella, además del temor a morir en los
combates –aunque ya no le tocaron mucho por lo del proceso de paz en la
Habana-, son las caminatas con los pesos del fusil y los morrales con víveres y
sus cosas personales a sus espaldas. Una vez cargaba una pistola, no cargaba
fusil, pero sí el morral con víveres, sus cosas personales y ese día también
llevaba los accesorios del radio de comunicaciones; y atravesando un río, se
creció la corriente y la mula en que montaba la botó al agua con toda su carga,
estuvo a punto de ahogarse, como pudo se liberó de su carga y salió a flote,
perdió los aparatos de comunicaciones y lo más grave: la pistola 38, perder un
arma en el Frente es un crimen castigable. Para ella fue un gran alivio no sólo
salvar su vida, sino saber que no habría sanción por la pérdida del arma, pues
a decir del comandante Jimmy, era mejor que se perdieran esas maricadas y no la
vida de un combatiente.
Para Mariana
estar sancionado genera cierta vergüenza ante los compañeros de combate, no es
que sea duro el castigo, es cosa de peso moral y social, ella ya ha sido
sancionada en una ocasión por dejar dañar una carne, ocho días cocinando para
todos en el Frente fue el castigo, ocho días en la ranchería. Es que en la
guerrilla hay sanción para todo, me comentará después otro combatiente: “hasta
por dejar quemar un arroz nos sancionan, claro que ahora no tanto, como antes
de los diálogos, cuando todo era más estricto, por ejemplo, en las noches para
desplazarnos de un lado a otro, así sea para orinar, nos orientábamos con
cuerdas amarradas entre los árboles, nos vamos por toda la cuerda, porque si
prendemos una luz nos sancionan, pues se corría el peligro de alertar al
enemigo sobre nuestra ubicación”.
Volviendo
con Mariana: Ahora, tiene un novio en la guerrilla, desde hace dos diciembres
que es su forma de contar el tiempo, unos meses después de su ingreso al
Frente, “Erly, es el nombre de combate de él”, me cuenta mientras concluye su
tarea y amontona los trastes en que muy seguramente servirán el desayuno.
Qué harás
cuando la guerra termine, cuando todo esto del proceso de paz concluya, le
indago, y ella responde con seguridad y esperanza “volver con mi mamá, con mis
padres y compartir, compartir mucho tiempo, volver con ellos a compartir”.
Próxima entrega: La
dura historia de Erly, el novio de Mariana. Las jornadas
pedagógicas de paz entre las FARC. El ingreso del comandante Jimmy a la
guerrilla y su visión de lo que será el accionar político de las FARC y; los
acuerdos entre las FARC, el gobierno nacional y departamental, la comunidad
internacional y las comunidades del norte del Chocó donde quedará una zona de
concentración y desarme de las FARC. Y, “En mi casa también todos votan por el
sí, si mi mujer no vota por el sí se va de la casa, pues es que no me quiere,
acaso quien es sino este pecho el que sale todas las madrugadas a rebuscarse la
comida aguantando retenes y peligros por la violencia…”
otros artículos:
LOS ÚLTIMOS PASOS DE LAS FARC, COMO GRUPO ARMADO, EN URABÁ. Segunda parte. https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com.co/search?updated-max=2016-09-30T07:31:00-07:00&max-results=7&start=38&by-date=false
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