(Publicado originalmente como "El por qué del NO de Alvaro Uribe Vélez al plebiscito de Paz")
Por: Luis Carlos Pulgarín Ceballos.
Actualmente (agosto de 2020), la Corte suprema de Justicia, enfrenta la decisión de qué hacer con el ex presidente y senador Uribe Vélez, por la compra de testigos a través de su abogado Diego Cadena (en proceso judicial y ya con orden de cárcel domiciliaria, en un principio), para saltarse la justicia y lograr salir en limpio de todas las evidencias que lo vinculan con mafias narco paramilitares y clanes criminales como el de Pablo Escobar, entre otros.
El proceso de Uribe Vélez no debe quedarse solo en un proceso jurídico por soborno a testigos para enlodar la imagen del senador Iván Cepeda, debe integrarse a la larga lista de indicios que demostrarían el proyecto criminal de "El Matarife" Uribe Vélez (como lo ha denominado el periodista Gonzalo Gillén, con justa razón), y su entorno político reunido en el Centro Democrático.
Las siguientes líneas publicadas por mí, en el año 2016, son de una contundente vigencia... por ello insisto en esta publicación:
HILANDO FINO
Foto: Internet |
Son más o menos las cinco de la tarde, de un lunes sombreado, con augurio de una lluvia que finalmente no hará presencia en el municipio de Ituango. Estamos en una cafetería cerca del parque principal del pueblo, frente a la sede de la Asociación Campesina la cual me asesora en mi propósito de llegar al corregimiento de El Aro donde en 1997 se cometió una de las masacres más atroces por parte del paramilitarismo, entre otros motivos porque este corregimiento era punto estratégico para la toma del Nudo del Paramillo donde Carlos Castaño había prometido tomarse un tinto, descansando en una hamaca, después de sacar la guerrilla.
- -
Soy del Salgar, ¿le suena el nombre?, me
comenta mi interlocutor, en medio de la charla un poco dispersa que tenemos.
- -
Sí, un municipio de aquí de Antioquia,
le respondo.
- -
La tierra de la familia Uribe Vélez, con Álvaro fuimos al mismo colegio, y lo conocí
de jóvenes, cuando su papá, don Alberto, era apenas un simple jornalero, un
capataz, sin un peso donde caerse muerto, de un momento a otro apareció con
finca y con finos caballos después de que no tenía ni para comprarse la alforja
para una mula…
En la foto: Alberto Sierra Uribe, padre de Álvaro Uribe Vélez con Alias el
Méxicano, uno de los más sanguinarios narcotraficantes de Colombia. esta
foto causó trinos y polémica desde Uribe, quien en todo caso termino sin
desmentir que el de la foto sea su padre:.
fuente: http://www.olapolitica.com/content/%C2%BFes-el-pap%C3%A1-de-%C3%A1lvaro-uribe-el-de-la-foto
De este tema también nos habla el periodista e investigador Fabio Castillo en el libro Los Jinetes de la Cocaína, donde documenta cómo el señor Alberto Uribe Sierra, padre de Álvaro, fue capturado por narcotráfico y puesto a disposición de las autoridades para proceso de extradición. Qué paso en aquella ocasión: al parecer sus vínculos con el poder de las mafias de Medellín y las influencias que ya ostentaba su propio hijo Álvaro lograron comprar (tal vez sobornar) su libertad y, de una vez, mandar a la basura los expedientes que lo vincularían con los negocios non santos del clan de los Ochoa, cómplices de Pablo Escobar.
En
1980 ¿asesinan director de Aeronáutica Civil para poner a Álvaro Uribe Vélez?
Luego vendría el
extraño asesinato de Fernando Uribe Senior, director de la Aeronáutica Civil,
quién a decir de algunos habría sido “asesinado por no aprobar las rutas a los narcos que sí
autorizó su sucesor Álvaro Uribe Vélez”. Si lo vemos de esta manera, Uribe
Senior era un estorbo para los intereses de narcotraficantes colombianos muy cercanos a la familia Uribe Vélez. Y sorpresa!: luego de
asesinado Uribe Senior, Álvaro Uribe Vélez es nombrado director de la Aeronáutica
Civil. En este
sentido, el asesinato de Uribe Senior debió investigarse a la
luz de los posibles vínculos del entorno mafioso de Álvaro Uribe Vélez quien
fue, precisamente, su remplazo y quien
como tal le dio luz verde a las mafias colombianas para mandar polvo ventiado
para los Estados Unidos y otros lugares del mundo.
Proyecto
presidencial del narcotráfico y el paramilitarismo.
Es de suponerse que la cercanía
y parentesco de Álvaro Uribe Vélez con los Ochoa, lo puso en relación con Pablo
Escobar. Relación por la cual años después lo echarían de la Alcaldía de
Medellín y posteriormente del Directorio Liberal de Antioquia en tiempos de
Guerra Serna. No olvidemos también que a Virginia Vallejo, Pablo Escobar le
habría augurado que “ese muchacho” (Álvaro Uribe Vélez), tenía futuro, que era
presidenciable. Es decir, el proyecto de los narcotraficantes, de tener
presidente, ya que el mismo Pablo Escobar no lo pudo ser, estaba decidido:
sería Álvaro Uribe Vélez, el hijo de Alberto Uribe Sierra, cómplice de los
Ochoa, miembros del Cartel de Medellín fundado por Escobar.
En un congreso nacional
de los paramilitares, en ese entonces (inicios de los años 90s) con Carlos
Castaño al frente, se habrían puesto ese objetivo: tener el poder político de
Colombia. Para ello se trazaron tres momentos: el de confrontación militar (que
causó tantas muertes, masacres, barbarie); el de legitimación social (repoblar
con testaferros y población afecta los territorios despojados a la población
desplazada, comprar o poner alcaldes y concejales que le caminaran a sus
proyectos, aliarse con gobernadores que les crearan “convivires” para
legitimarlos, crear fundaciones criminales como Funpazcor, entre otros).
Y el
tercer gran paso: acceder al poder político: desde el 2002 han tenido el 35% de
miembros en el congreso; configurando el fenómeno de la parapolítica de la cual
aún hay muchos herederos legislando de la mano del Centro Democrático. Como si
fuera poco, tuvieron la presidencia durante 8 años. Ya lo ha confesado Mancuso,
al igual que otros paramilitares: sin el poder del narcoparamilitarismo Uribe
no hubiera llegado a la presidencia. Y él les pagó el favor: con un proceso mal
denominado de justicia y paz, condenó a la impunidad los crímenes del
narcoparimilitarismo que le resultaba afecto. Si no es por la presión de la
comunidad internacional y de las altas Cortes de Justicia colombiana, a las
cuales les declaró la guerra, el desastre habría sido mayor; tuvo que someter a
ocho años de justicia a algunos comandantes del paramilitarismo con la promesa
de rebaja de pena en la medida en que se comprometieran a contar ciertas
verdades y reparar a las víctimas de su accionar criminal (cosas que nunca se
cumplieron). De otro lado dejó libres -sin someter a ningún proceso penal- a
más de 25 mil paramilitares. Y, estratégicamente, para liberarse de aquellos
comandantes que estaban a disgusto con el proceso y que podrían empezar a
revelar verdades sobre su presidente, los extraditó. Con esto último, la
extradición de algunos narcoparamilitares, terminaba de congraciarse con el
gobierno de Estados Unidos al cual le debía haberlo sacado de la lista Clinton
de narcotraficantes investigados y perseguidos por la DEA. Para algo le tenía
que servir haber llegado a la presidencia de Colombia.
Asesinato
de testigos clave. Como en las historias de capos norteamericanos, César
Villegas y Pedro Juan Moreno, ex socios de Uribe Vélez, el paramilitar Villalba
y una operaria del aeropuerto de Medellín, murieron por saber demasiado.
En la aeronáutica civil
estuvo como subdirector a Cesar Villegas, a quien mantuvo viajando, seguramente
para no tener obstáculos en el cumplimiento de sus compromisos con la mafia
antioqueña. Con Cesar Villegas también aparecería vinculado Uribe Vélez en
negocios no menos sospechosos. Hasta que en el año 2002, en medio de su primera
campaña presidencial, Villegas decidió que iba a cantar verdades sobre Uribe. A
Villegas lo asesinaron cuando se dirigía a la Embajada de Estados Unidos a
documentar el proceso del narcotraficante No. 82 que era como tenían
clasificado a Uribe en la lista Clinton o lista de narcotraficantes y enemigos
de los Estados Unidos. Tal y como en el año 2005 mataron a Pedro Juan Moreno,
ex secretario de gobierno de Uribe en su periodo como gobernados de Antioquia y
su segundo a bordo en el proceso de creación de las famosas Convivir con las
cuales se fortaleció el paramilitarismo paisa. Recordemos que Moreno Villa se
había distanciado del todo poderoso presidente y había decidido publicar
verdades sobre Uribe Vélez en la revista “La Otra Verdad”, además de que se
perfilaba como seguro Senador de la República, desde donde le hubiera podido
hacer mucho daño al proyecto de reelección presidencial en que estaba
empecinado Uribe. A Villegas y a Moreno Vila los asesinaron tal y como han
asesinado otros tantos testigos de la vida criminal de la familia Uribe, entre
estos asesinatos está el de Francisco Villalba, paramilitar que había empezado
a develar que la masacre del Aro (Ituango, 1977), había estado orquestada por
los hermanos Santiago y Álvaro Uribe Vélez.
Sobre la muerte de
Pedro Juan Moreno se habla de un accidente, pero no hay que hilar muy fino para
llegar a la conclusión de que éste fue un accidente provocado: investigaciones
del hecho develan que una funcionaria del aeropuerto, quien sería testigo de situaciones
anormales en el lugar la noche antes del supuesto accidente y quien habría
tenido una conversación telefónica con otra persona, comentando ciertos aspectos
que se relacionarían con la alteración del estado del helicóptero en que Moreno
a la zona de Urabá, fue asesinada antes de que la llamaran como testigo.
Santiago Uribe con miembros del Clan Ochoa (Foto: http://prensarural.org/spip/spip.php?article927)
El asesinato del abogado y político conservador, Jesús María Valle.
A las muertes
anteriores, además de otras que se quedan por fuera de este corto documento, hay que sumar la del abogado, político y
defensor de derechos Humanos, ex concejal de Ituango por el partido
conservador, Jesús María Valle Jaramillo, quien había denunciado a Alvaro Uribe
Vélez como presunto autor intelectual de las masacres de la Granja y El Aro, en
Ituango. Hay elementos de coincidencia que se deberían investigar muy bien en
este crimen: para ese entonces Uribe como Gobernador de Antioquia había
permitido desplegar todo un poder armado paralelo al paramilitarismo desde sus
defendidas Cooperativas de Seguridad Privada “Convivir”, apéndice del mismo
paramilitarismo y del mismo ejército en Brigadas como la XVII en Urabá y la IV
en Medellín, además del poder criminal de Santiago Uribe Vélez con sus “12 apóstoles”, incubado en Yarumal
en límites con Valdivia e Ituango. Un simple silogismo nos llevaría a concluir
que estos poderes asesinos estarían alertas ante cualquier persona que quisiera
vincular a su máximo líder político con cualquier antecedente ilegal y
criminal. La muerte de Pedro Juan Moreno fue también muy conveniente para Uribe
en esta investigación sobre el asesinato del Abogado Valle Jaramillo.
Salida
de la Alcaldía de Medellín
Sobre su retiro de la
Alcaldía de Medellín en 1982, por motivos de sus cuestionadas relaciones con
Pablo Escobar, Uribe Vélez ha dicho que no lo echaron que renunció. Claro que
renunció, pero a raíz de que se le pidió la renuncia, por petición del mismo
presidente de la República, en ese entonces el señor Belisario Betancourt. En este tipo de cargos
siempre hay unos protocolos, no se “echa” a nadie, se pide formalmente una
renuncia y dejar el cargo a disposición del jefe de turno, en este caso el
gobernador que lo había designado. Lo que si no podrá excusar Uribe es su
“echada” por la puerta de atrás del directorio Liberal de Antioquia, bajo la
dirección de Bernardo Guerra Serna, después del bochornoso incidente de su
despedida de la Alcaldía de Medellín.
Luego de su salida de
la Alcaldía de Medellín y del Directorio Liberal de Antioquia, Uribe crearía el
Sector Democrático Liberal, disidencia liberal en la cual estaría acompañado de
su primo Mario Uribe, éste último terminaría en la cárcel por el proceso de la
parapolítica.
Según Francisco
Villalba (en testimonios rendidos tanto al Tribunal Superior de Medellín, Sala
de Justicia y Paz; como a la Comisión de Investigaciones de la Cámara de
Representantes); Mario Uribe habría estado secuestrado por el frente 18 de las
FARC en cercanías al Nudo del Paramillo, motivo por el cual Álvaro Uribe habría
ordenado “desaparecer” o “borrar”, la población de El Aro en Ituango, acción
que lo pondría como el autor intelectual o determinador de la masacre ocurrida
en dicho lugar a finales de octubre de 1997.
Los
primeros pasos políticos de Uribe por fuera de las Fronteras de Antioquia y el
extraño paralelo de su crecimiento económico y político con el paramilitarismo.
Con el Sector
Democrático, Uribe Vélez no sólo conquistaría el poder político de Antioquia,
sino que se acercaría a Córdoba, desde la zona norte del Urabá antioqueño, de
la mano de un extraño personaje que sin mayor educación y al parecer con una
única experiencia política como concejal de Chigorodó, se volvería clave en la
carrera política de Uribe: Fidencio Mena, de quien la gente habla como “el
mandadero de Uribe”, el único que junto con un tal señor Hernández tendría
derecho a interrumpir al entonces presidente Uribe para darle “razones o mensajes”, estuviera en la reunión que estuviera,
así fuera con mandatarios de otros países; según me comentó en al año 2004 una
ex empleada de la oficina de discursos presidenciales, y que hoy vive en el
extranjero. Fidencio Mena se infiltraría luego en la campaña de Samuel Moreno,
Candidato del Polo Democrático Alternativo para la Alcaldía de Bogotá, logrando
relacionar a personajes clave de este partido con las actividades ilegales de
DMG, caso del indígena Francisco Rojas Birry quien, por inducción de Mena, terminó
enredado con DMG a partir de un préstamo para su campaña como personero
distrital. Hasta en estas estrategias sucias se percibe la mano negra de Uribe Vélez
a través de sus mandaderos.
Córdoba, la tierra conquistada
por Uribe en sus primeros pasos políticos fuera de las fronteras del
departamento de Antioquia, fue la tierra donde se incubó el paramilitarismo
después de su experiencia piloto en el Magdalena Medio y que tuvo su
crecimiento criminal mientras, de manera paralela, crecía el poder económico y político de Uribe. Sumado
pues a los entornos del narcotráfico, el paramilitarismo sería otro de los entornos
de criminalidad que ha acompañado a Uribe a lo largo de su carrera política, cualquier buen
juez de la república lo deduciría después de leer investigaciones tan serías
como las realizadas por periodistas como Gonzalo Guillen, Sergio Camargo,
Daniel Coronell y defensores de Derechos Humanos como Iván Cepeda y Alirio
Uribe.
Sobra decir, que en
esta zona –departamento de Córdoba- al igual que en otras zonas de Antioquia y del
departamento del Chocó, como en otras del país, Uribe Vélez no sólo alcanzaría
el poder político que lo llevaría a la presidencia en el 2002, sino que además
un poder económico avasallante y de muy extraña configuración: analizando
detenidamente su origen de clase media baja en Medellín, y teniendo en cuenta
que la mayor parte de su vida ha fungido como funcionario público –con lo cual
se podrían hacer unos breves cálculos sobre sus entradas económicas dados los
honorarios asignados a cada uno de sus cargos desempeñados-, no es difícil
concluir entonces que Uribe –que siempre se ha negado a presentar sus
declaraciones de renta ocultando así la verdadera magnitud del patrimonio que
tiene a su nombre (sin contar el que posiblemente tenga a nombre de terceros)-,
hace parte de esos clanes familiares emergentes de la clase media (tipo Familia
Ochoa), que en los años 80s encontraron un enclave económico en actividades
ilegales. Esas familias “nuevas ricas” o clase social emergente con fortunas constituidas
desde la ilegalidad están representadas en ese 35% de congresistas, esos más de
100 parapolíticos y en la misma presidencia de Uribe, pues necesitaban lavar
los orígenes ilegales de su patrimonio, además de dejar en la mayor impunidad
todo el rastro criminal que hay en sus entornos.
La paz no les conviene,
pues es la guerra y las actividades ilegales que se mueven en torno de la
guerra (caso del narcotráfico), las que los han hecho poderosos. Por eso le
dicen NO a la paz, porque temen que en un proceso de posconflicto una Comisión
de la Verdad los va a desenmascarar y a mostrar como los verdaderos victimarios
que son; porque temen a la justicia y saben que su castillo de naipes mal
habidos se va a derrumbar de una vez y por todas. A eso es a lo que le temen
Álvaro Uribe Vélez y el resto de bribones que lo acompañan en su oposición a la
paz desde el Centro Demoniaco.
Otros
elementos criminales de los entornos de Uribe: Legislen, legislen mientras los meten a la cárcel... (ordenaba Uribe a los criminales y narcopramilitares que tenía como aliados en el Congreso), luego ¿de qué moral política habla este obscuro personaje?...
En el Clan Uribe Vélez,
no solo Mario Uribe (el primo), ha estado en la cárcel por actividades
criminales: Santiago Uribe Vélez, su hermano, está actualmente recluido en una
cárcel por sus presuntos vínculos con el grupo paramilitar los 12 apóstoles. Dolly Cifuentes Villa de Uribe (cuñada) y Ana María (sobrina), esposa
e hija de Jaime “el pecoso Uribe”, otro hermano de Álvaro, enfrentan cargos por
narcotráfico en estados Unidos. Dolly Cifuentes, integrante del clan
Cifuentes Villa, permaneció casada 15 años y tuvo dos hijos con Jaime Alberto
Uribe Vélez, hermano del ex presidente. Fue extraditada por narcotráfico a
EE.UU., donde se declaró culpable. Durante los ocho años del gobierno de
Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) no hubo ninguna clase de acción policial ni
judicial contra el clan de la cuñada del presidente (http://www.las2orillas.co/cunada-de-alvaro-uribe-extraditada-ee-uu-fue-operaria-del-chapo-guzman/.)
Sobre Jaime “el pecoso
Uribe”, también hay versiones sobre andanzas sospechosas en el mundo criminal
del paramilitarismo, en el siguiente testimonio de Raúl Emilio
Hasbún, alias Pedro Bonito, tan sólo una de esas versiones: “el testigo sí manifestó que le presentaron
en 1995 a otro hermano del exmandatario, Jaime Uribe Vélez, más conocido como
El Pecoso Uribe. Según relató, los paramilitares alias Merchán y Alfonso Berrío
lo recogieron en su oficina de El Poblado, en Medellín, en un carro Toyota
verde que venía conduciendo Jaime Uribe. De allí lo llevaron a una reunión con
el comandante de las autodefensas Vicente Castaño Gil, alias El Profe” (http://www.elespectador.com/noticias/judicial/pedro-bonito-conocio-jaime-uribe-velez-articulo-456778).
De Alberto Uribe Sierra
(padre de Álvaro, Jaime y Santiago), ya hemos mencionado sus relaciones con el
Clan Ochoa y su captura con fines de extradición en los años 80s. Algunas
investigaciones relacionan también a Darío Moreno, el padre de Lina Moreno, con
cuestionadas relaciones en el mundo del hampa narcotraficante.; casi un
centenar de políticos afectos a Uribe han ido a
la cárcel por la parapolítica, la mayor parte de miembros de su gabinete
presidencial están huyendo de la justicia colombiana, otros están encarcelados;
así como encarcelados están muchos militares tipo el general Rito Alejo del Río
(apodado el carnicero de Urabá y con eso les digo todo), con quien el ex
presidente habría tenido fluida comunicación sobre los contubernios entre el
paramilitarismo y las fuerzas armadas.
Tomás y Jerónimo Uribe con un presunto paramilitar. Foto: https://fidelernestovasquez.wordpress.com/2013/05/03/hijos-de-alvaro-uribe-acusados-de-tener-nexos-con-paramilitares/
Tampoco los hijos del “señor
de las sombras”, Tomas y Jerónimo, se salen de este círculo de relaciones
criminales, es así como en el año 2013 el entonces representante
ante de la Cámara de Representantes,
hoy Senador “Iván Cepeda, entregó a la
Fiscalía una grabación que compromete a los hijos del ex presidente de
Colombia, Álvaro Uribe, Tomás y Jerónimo, con paramilitares de la ciudad de
Santa Marta (https://fidelernestovasquez.wordpress.com/2013/05/03/hijos-de-alvaro-uribe-acusados-de-tener-nexos-con-paramilitares/); esto sin mencionar sus movidas chuecas
y tramposas con el sistema financiero (relaciones con DMG, favoritismo y tráfico de influencias en
negocios de zonas francas gracias al poder presidencial de su padre; su fortuna
escondida en paraísos fiscales –recordemos el escándalo de los Panamá Papers-…).
Muchos otros elementos que configuran
este entorno criminal en que se ha movido Álvaro Uribe Vélez están allí, a la
orden de día, y que tendrían que ver con el cómo ha usado su poder político,
sobretodo el de su presidencia para inducir a crímenes de lesa humanidad como
los denominados “falsos positivos” de los cuales encontraremos suficiente información
durante su periodo de gobierno, uno de los periodos donde más violaciones de
Derechos Humanos se presentaron el Colombia. Hay que considerar también la
responsabilidad de Uribe cabeza del DAS en el criminal capítulo de las denominadas
Chuzadas; su plan de sembrar terror para subir la popularidad de su Seguridad
Democrática a partir de falsos atentados que pusieron en riesgo la vida de decenas
de civiles, durante su primera campaña presidencial; las perversas estrategias
de montaje de falsos frentes guerrilleros (con prostitutas y habitantes de la
calle) para desmovilizarlos y maquillar su falso proceso de negociación con sus
cómplices paramilitares, y, pare de contar porque este espacio es corto y los
entornos obscuros que rodean a Uribe Vélez son muchos más, larga la lista en
todo caso: Uribe tiene más de 200 investigaciones abiertas en esa instancia
inútil y politizada que es la Comisión de Investigaciones de la Cámara de
Representantes.
El próximo año se
cumplen 20 años de la masacre de El Aro en Ituango, esperemos que prospere la
investigación que desde el Tribunal Superior de Medellín Sala de Justicia y Paz,
ha solicitado el Magistrado Ruben Dario Pinilla Cogollo en contra de Álvaro Uribe
Vélez; que la justicia por fin nos ayude a entender por qué la criminalidad de
la guerra ha sido tan jugosa para algunos, y tan desastrosa para la mayoría de
colombianos. Que nos ayude a entender el porqué del NO de Uribe y sus secuaces,
entre ellos José Obdulio Gaviria, primo del narcotraficante Pablo Escobar, entre
esos otros poderes obscuros que acompañan a Uribe Vélez en el Centro
Democrático. He dicho.
Nota
de aclaración: Que no se diga que estoy inventando, me
curo en salud y aclaro entonces que este artículo tiene como referencia
bibliográfica, entre otras las siguientes fuentes: Expedientes varios de los procesos contra Ramiro Vanoy y Francisco
Villalba, en el Tribunal Superior de Medellín, Sala de Justica y Paz. Los libros: Los Jinetes de la Cocaína, de
Fabio Castillo; El señor de las Sombras, biografía no autorizada de Álvaro
Uribe Vélez, de Fernando Garavito y Joseph Contreras; Amando a Pablo, Odiando a
Pablo, de Virginia Vallejo; Por las Sendas del Ubérrimo, de Iván Cepeda y Alirio
Uribe; El narcotraficante No. 82, de Santiago Camargo V.; El clan de los 12
apóstoles de Olga Behar; Varios artículos de prensa y publicaciones web, entre
otros mencionados en el contenido del texto.
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