A calzón quita'o y sin pelos en la lengua/Opinión
No
más hipocresía
Luis Carlos Pulgarín Ceballos
(Fotos: EFE y redes sociales)
(Fotos: EFE y redes sociales)
Hay en Colombia, en millones
de colombianos, una suerte de doble moral que raya con la perversidad. Un gran
sector de colombianos y colombianas que se rasgan las vestiduras por la muerte
de unos compatriotas y guarda un silencio complaciente, casi cómplice, cuando mueren
“otros”. Lo que estoy expresando suena duro en estos momentos de tanto “calor y
efervescencia”, pero alguien tiene que decirlo, de alguna manera. Este es un
escrito, para ese sector de colombianos y colombianas –incluida mi familia-, que
sólo parece escuchar los cantos de sirena compungidos y oportunista de una
derecha criminal y uribista que vive y saca partido político de la sangre,
cuando muere un policía o un militar, cuando secuestran a corruptos senadores y
representantes de las élites gobernantes o cuando los reclama la justicia
internacional por su criminalidad. Sólo en esos casos cierran filas con inflada
indignidad, pero son indolentes ante los verdaderos males de este país, son
aberrantemente indolentes cuando (no solo desde los grupos obscuros del
paramilitarismo, sino que también de esa misma institucionalidad policial y
militar) se masacra a campesinos, se
asesina a indígenas, afrocolombianos, líderes sociales, periodistas
comprometidos con la verdad, defensores de derechos humanos, y también excombatientes
guerrilleros que lo están dando todo por la paz.
¡No
más hipocresía! Debería dolernos por igual la muerte de
cualquier ser humano, sin importar a qué sector social pertenece. Todos los
colombianos por igual, deberíamos cerrar esas filas de acalorada indignidad igual
cuando mueren policías y militares, que cuando mueren campesinos, indígenas, negritudes, jóvenes grafiteros, artistas populares, ex guerrilleros, obreros
y estudiantes –hombres y mujeres- que marchan desde sus universidades y
sindicatos protestando por la injusticia social y sólo encuentran los golpes y
la violencia animal de la policía smad. Deberíamos elevar esa voz de acalorada
indignidad igual cuando se violenta un policía que cuando la policía misma golpea
y humilla a vendedores ambulantes.
Igualmente, la Fiscalía y demás autoridades competentes deberían ser tan eficientes para -en menos de tres o cuatro horas- capturar los presuntos autores materiales de cualquier crimen, no sólo de unos, mientras otros, caso de los crímenes de lideres sociales -entre muchos- van quedando en total impunidad. Sin riesgo a que se comentan capturas "falso positivo", producto de montajes como suele ocurrir cuando tienen tanto afán por mostrar "resultados" y mano dura.
Igualmente, la Fiscalía y demás autoridades competentes deberían ser tan eficientes para -en menos de tres o cuatro horas- capturar los presuntos autores materiales de cualquier crimen, no sólo de unos, mientras otros, caso de los crímenes de lideres sociales -entre muchos- van quedando en total impunidad. Sin riesgo a que se comentan capturas "falso positivo", producto de montajes como suele ocurrir cuando tienen tanto afán por mostrar "resultados" y mano dura.
He dicho, y lo repito de
manera sincera y sin ningún asomo de aberrante oportunismo: En Colombia
firmamos la paz para que no hayan más muertos; total solidaridad con familias
de policías muertos y heridos en atentados de los últimos días, donde además murió una mascota
(perro) que se encontraba en el comando de Barranquilla. No más policías, militares, líderes
sociales, campesinos, indígenas, desmovilizados de las FARC, defensores de
Derechos humanos asesinados, desaparecidos, torturados, masacrados, ni uno más.
P.D. No olvido además la muerte de Temístocles
Machado, de Eleazar Tequia, Emilsen Manyoma y su esposo Joe Javier
Rodallega, y la de casi 200 líderes sociales entre 2016 y enero de 2018, igual
que la de más de 30 desmovilizados de las FARC en menos de seis meses. No
olvidemos el dolor de las más de 8 millones de víctimas que dejó y sigue
dejando el conflicto armado colombiano, de las cuales, un 80% sería culpa de la
institucionalidad en contubernio con el criminal narcoparamilitarismo (por
ello, ese extremado miedo -de las élites-, a la verdad en la JEP).
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