De "nadies y ninguneados"
Una crónica de violencias.
Por: Luis
Carlos Pulgarín Ceballos
Escrita su primera versión en el año 1999.
Escrita su primera versión en el año 1999.
Por azares del destino, a los 9 años viví en
el Chocó. De la mano de un familiar de alma de comerciante paisa, recorrí el
río Atrato y muchos municipios del olvidado departamento chocoano. En esas
andanzas escuché historias en la voz blanca de hombres de piel negra y sonrisa
sincera. Historias de migraciones, de movilidad fronteriza. Contaban aventuras,
de cómo se internaban selva adentro, en pleno Darién, a abrir trochas y
desafiar fieras, todo por ir a Panamá a comprar un rifle o escopeta para hacer
más fácil la caza. Era un viaje que podía durar muchos años. Esas historias las
escuché en la frontera, del lado de acá. Hace poco las escuché en la misma
frontera, solo que del lado de allá, en la voz de aquellos, a los que el viaje
les duró toda la vida, es decir, de los que un día salieron a comprar una
escopeta y jamás regresaron. Así conocí, por vez primera sobre Migraciones,
aunque en esa época, no tuviera conciencia de qué era eso.
Años
después, por los mismos azares del destino, viví en Sevilla Valle, una ciudad
donde, en silencio, se escuchan muchas historias. En el parque de este pueblo,
muchos ancianos se sentaban a rumiar recuerdos de una guerra que todavía les
causaba escozor con solo recordarlos. Ellos me hablaron de colonizaciones, de
campesinos huyendo, abandonando sus fincas y
con una maleta llena de miedos y de desarraigos como única pertenencia,
para evadir la muerte cruel y sanguinaria a los que los condenaban los
chulavitas, es decir la policía comandada por el régimen. Fue la primera vez
que escuché hablar de desplazamientos; de guerra política, de conservatismo y
liberalismo, sobretodo de dictadura conservadora.
En Cartago,
Valle, el profesor Bernardo Arizmendí, profesor por frustración no por
vocación, pero de los mejores profesores que yo haya conocido, e historiador
por causa de la violencia, nos contó del asesinato de su padre liberal, en
Anserma Nuevo, cuando él era un niño de apenas 12 años. Lo asesinaron los
pájaros conservadores (los paramilitares de los años 50s y 60s), mientras
descansaba sobre un bulto de café, a pleno luz del día, en pleno centro del
pueblito, en una compra venta de café.
Así sin darme cuenta conocí la miserableza de los asesinos, primero esos,
los pájaros conservadores, los que después, en Medellín, serían llamados “sicarios”, mucho más jóvenes
y al servicio no de una élite política, sino del “patrón” de los criminales
colombianos: Pablo Escobar; y en Urabá los iba a conocer como Paramilitares,
estos sí al servicio de élites políticas regionales y nacionales, de redes mafiosas
del narcotráfico y hasta de gremios económicos y empresarios.
Allí
mismo en el Norte del Valle, escuché hablar de Carmenza
Cardona Londoño, más conocida como la Chiqui, alguna vez la vi, no era
tan alta para mi estatura de 12 o 13 años, y conocí los hermanos Fayad, y
escuché hablar por primera vez, con gran curiosidad, de guerrillas, en esa
región se hablaba del M-19. La Chiqui murió en combates contra el ejército, en el
Chocó, después de hacerse famosa por su “verraquera” para enfrentar un proceso
de negociación durante la toma a la Embajada Dominicana. Dicen que, en castigo,
la habrían mandado a morir en el Chocó, sus altos jefes, porque estando en Cuba
–después de la toma a la embajada- ella le habría roto una relación sentimental
a uno de sus comandantes, Rosemberg Pabón, por preferir a un guerrillero raso.
Uno de
los hermanos Fayad que conocí, lideró una protesta por los servicios públicos,
se conoció como el Cartagazo. Después desapareció y apareció a orillas del río
la Vieja, asesinado y con muestras visibles de tortura. Su hermano, otro de los
Fayad, murió en un combate defendiendo las ideas nacionalistas del M-19, muchos
años antes de que algunos sobrevivientes de este movimiento caminaran cojeando
por los pasillos del Congreso, divididos a más no poder, algunos por la senda
izquierda, otros por la incertidumbre de lo que se denomina en centro, y otros
en la extrema derecha, al lado de los verdugos y victimarios históricos de las mayorías
colombianas. Así escuché por primera vez
de protestas sociales, de guerra sucia, de incoherencias y analfabetismo
político.
Nuevamente
los azares de la vida me transportaron al encuentro de un fragmento temporal de
mi destino: Urabá. Allí con Ruben Dario Berrio, Wilson García, Juan Carlos
Pérez Betancourt y otra camada de soñadores nos empalabrabamos hasta
embriagarnos de poesía para esquivar la incertidumbre de la violencia de los años 90s, donde la señora
muerte nos hacía guiños desde cada esquina. Soñábamos con publicar un libro que
se llamaría La Paz Armada, cosas para leer a ratos, nunca lo hicimos, a Ruben Darío, Wilson y Juan Carlos los asesinaron
sin misericordia. Sin darles la oportunidad de cometer su último poema. Porque
en Urabá, también las balas se ensañaban con los poetas que le cantan a la
vida.
Hasta
el momento, la única vez que he sido presidente de algo, fue en Urabá, cuando
gracias al voto de desempate que depositara el poeta y pintor Jenaro Mejía
(Kintana Q.E.P.D.), me nombraron presidente del Comité Municipal de Cultura. De
las peleas que tuve con los gobernantes de turno, para que le dieran cualquier
limosna en el presupuesto municipal a la cenicienta de la cultura, surgió la
idea de lanzarme a Concejal, para que las peleas fueran de igual a igual. Me
apoyaron las mujeres organizadas de “Sueños de Mujer”, un grupo de cristianos
de la iglesia cuadrangular, varios liberales independientes y por supuesto que
conté con el voto de la familia (eso creo). Nunca llegué al Concejo. En cambió
si asistí al despido de sus respectivos empleos, que hicieron de los liberales
independientes que me apoyaron en la campaña por no haber votado por un rojo
liberal. Conocí de cerca el clientelismo. No llegué al honorable cuerpo
legislativo municipal, pero si asistí al destierro que le sentenciaron a Flor
María Vergara, la presidenta de las mujeres organizadas por haber votado por un
candidato cívico y civilista. No logre asistir a la ceremonia de posesión del
concejo, en cambio sí asistí al cortejo fúnebre del Pastor Manuel Amador en
Chigorodó, y dos pastores de esa iglesia en Apartadó, quienes me habían apoyado
en campaña, a pesar de las advertencias de los enemigos del debate cívico (un
sector de reinsertados del EPL del barrio la Chinita). Comprendí que en esa
época Urabá los votos se amarran a punta de fusil y secuestro de cédulas. En Urabá, cada bando quizo que yo tomara
posición a favor de uno u otro, ser independiente es un peligro donde no se
aceptan puntos medios, o estás conmigo o eres mi enemigo, era la sentencia. Tratar
de ser independiente, o cívico, es decir no estar con uno u otro (derecha,
izquierda) era causa de alta sospecha.
Llegué
a Urabá cuando se cocinaban las masacres de Honduras y la Negra, y la
desaparición de 41 campesinos en Pueblo Bello. Allí conocí la bonanza de las
bananeras abonadas con la sangre de los hombres, la convivencia de la sonrisa
pasajera con la mueca permanente del horror, y la muerte agazapada en las
plantaciones plataneras, acechando los obreros.
La riqueza de unos pocos y la miseria de muchos. Allí conocí de
desigualdad e injusticia social, al igual que de impunidad en toda su
dimensión. Y conocí, también el exilio, una forma elegante de
decir, el desplazamiento. El cual me llevó a la frontera panameña, siguiendo la
pista de desplazados-refugiados colombianos, donde me encontré además con
migrantes negros, a los que allá llaman paisas, que no son los mismos paisas
antioqueños, y que ya son más que panameños, pues fueron de los que hace treinta
o más años se fueron a comprar una escopeta y nunca regresaron.
Desde
el país de la infamia, septiembre de 1999. Revisado en 2007 y 2017.
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Erly, joven guerrillero de base: vida de avatares y violencias que lo arrojaron al campo de la guerra
DE COMANDANTE A MILITANTE: FABIÁN RAMÍREZ, SEMBLANZA INCONCLUSA DE UN SOÑADOR DE LA PAZ EN COLOMBIA. Nueva entrega de la serie de reportajes y crónicas sobre “los últimos pasos de las FARC como grupo armado en la región de Urabá”.https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com.co/search?updated-max=2017-08-05T17:38:00-07:00&max-results=7&start=21&by-date=false
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