martes, 7 de julio de 2009

CAMPAÑA UN MILLON DE POEMAS CONTRA LA GUERRA, LA IMPUNIDAD Y EL OLVIDO

UN MILLÓN DE POEMAS CONTRA LA GUERRA, LA IMPUNIDAD Y EL OLVIDO; por la Paz, la Justicia Social, la Libertad y la Vida.

INFORMACIÓN Y POEMAS RECIBIDOS EN: http://unmillondepoemas.blogspot.com/

Para poetas y no poetas, para todas aquellas personas sensibles a la vida y la paz con justicia integral.

Lanzamiento Nacional de la Campaña: viernes, septiembre 12 de 2008.
Hora: 12 meridiano
Lugar; Plaza Bolívar de Bogotá.

Ni impunidad ni olvido, por la Memoria, por las víctimas de la violencia, por los más de tres millones de desplazados, por los más de 10 mil desaparecidos, por la reparación y la justicia: 1 MILLÓN DE POEMAS CONTRA LA ACTITUD BÉLICA DEL ESTABLECIMIENTO NACIONAL.

Impulsa: SINAPSIS Corporación para el desarrollo socio cultural - http://corporacionsinapsis.blogspot.com/

¿Por qué un millón de poemas?

La primera consideración que quiero hacer es que esta convocatoria no es sólo para poetas y escritores de oficio, es una convocatoria abierta, amplia, plural que busca despertar sensibilidades en los ciudadanos y ciudadanas que a partir del verso, la copla, el canto, el coro, las cartas y las crónicas quieran aportar un testimonio para la memoria, para combatir la epidemia del olvido que destruyó a Macondo y amenaza con destruir a Colombia entera.

Por qué desde la poesía?, porque la poesía es arte, y el arte tiene como misión recrear desde los escenarios de la imaginación aquellos episodios que en la historia oficial son elípticos, porque el arte ha demostrado que existe para llenar los vacíos de una historia que por lo general es escrita por historiadores oficiales que suelen olvidar de adrede, evadir algunas verdades incomodas y vergonzantes para los gobernantes. Porque hoy más que nunca la historia está siendo escrita por los victimarios, y el arte ha demostrado grandes virtudes para mantener en sus escenarios la memoria y la verdad verdadera, de manera apócrifa, desde el sentimiento y el sufrimiento popular.

Porque, como escuché esta semana en uno de los tantos eventos realizados en el marco de la Semana por la Paz, porque el arte es memoria, porque el arte va a desenterrar los muertos que entierran los historiadores y niegan los victimarios.

¿Por qué contra la guerra, la impunidad y el olvido?

Contra la guerra, porque hay que denunciar ya que la guerra es una estrategia económica y política que no sólo la hacen los grupos armados ilegales que tanto persiguen las fuerzas oficiales. La guerra genera dividendos económicos y políticos para ideólogos, autores intelectuales y financiadores que –perteneciendo al establecimiento- han acrecentado con ella –la guerra-, sus latifundios –más de cinco millones de hectáreas robadas a las víctimas de la violencia, en los últimos 15 años, así lo demuestran-; genera dividendos políticos – la violencia conservadora contra el liberalismo en la denominada violencia política luego del asesinato de Gaitán, luego, la violencia del binomio liberal conservador contra la izquierda comunista, ahora: los actuales procesos de la parapolítica y el fortalecimiento electoral de aquellos grupos de extrema derecha en regiones donde los asesinos han exterminado –con total impunidad- la oposición política, así lo demuestran. La guerra en Colombia es un hecho vergonzante que permanentemente ha sido impulsada por las élites políticas y económicas para preservar los privilegios que les da el poder y por eso han creado monstruos generadores de terror y muerte que primero llamaron pájaros y hoy denominan paracos. Paracos que quieren legitimar con una guerra antisubversiva, una guerra contra unas guerrillas que por el desgaste de una lucha larga y prolongada se han deteriorado y hacen más compleja e incierta la realidad de los colombianos y colombianas que tanto anhelamos nuestro derecho a vivir en paz.

Contra la guerra porque es hora, entonces, de que aceptemos que en Colombia sigue existiendo un conflicto, que los actores armados continúan su fortalecimiento cada uno por su lado: los paramilitares bajo la protección de la mal llamada ley de justicia y paz, con nuevos nombres y nuevos comandantes que han relevado a los que hoy por hoy gozan de los beneficios otorgados por un gobierno que les resulta demasiado afectuoso; la guerrilla, porque a pesar de los duros golpes que a sus estructuras les han dado las acciones combinadas del ejército nacional con los paramilitares, muy seguramente están acumulando fuerzas desde las retaguardias a las cuales se han ido retirando para contener las acciones de sus enemigos naturales y saldrán cuando menos lo esperemos, a contraatacar y recuperar territorios con acciones tan violentas que van a afectar, lastimosamente, la población civil que esté a su paso; y la fuerza pública, porque la política guerrerista del actual gobierno les ha abonado el camino de la inmunidad para la acción del todo se vale, todo está permitido, la guerra hay que ganarla a cualquier precio (aún, a costa de burlar convenciones y símbolos establecidos internacionalmente para crear espacios de neutralidad y humanitarismo en medio de la guerra), no sólo con el fortalecimiento a los presupuestos para el gasto militar, sino que además con la protección indiscriminada a aquellos generales que como Rito Alejo del Río –que mancillan y desdicen del honor del ejército nacional por sus acciones violatorias a los derechos humanos-, se han venido burlando de la justicia colombiana a pesar de sus crímenes de lesa humanidad.

Contra la guerra porque también hay que hacer un juicio a los financiadores de la guerra, a quienes han propiciado durante décadas la aparición y fortalecimiento de los grupos paramilitares y sacado múltiples beneficios de la acción criminal de dichos grupos: empresas internacionales, gremios nacionales, las élites políticas y económicas que hoy se han ido descubriendo gracias a los valientes procesos investigativos que ha adelantado la Corte Suprema de Justicia sobre el caso de la parapolítica nacional que, entre otras cosas, involucra un alto número de congresistas y dirigentes políticos muy allegados al actual gobierno colombiano.

Contra la impunidad porque es imposible la reconciliación nacional sin verdaderos hechos de justicia, verdad y reparación integral para las víctimas. Porque hay que revisar profundamente los actuales procesos de “negociación” entre el narcoparamilitarismo y el gobierno nacional, porque es injusto que 19 mil victimarios -integrantes del paramilitarismo- anden libres por las calles y pueblos del país, gozando de beneficios económicos de un proceso de reinserción aún no legalizado en acto legislativo alguno y sin la apertura de verdaderos procesos judiciales que los lleve a asumir sus responsabilidades por los crímenes cometidos, mientras que más de tres millones de desplazados y desplazadas andan viviendo los rigores y la inclemencia de la miseria a los cuales los han arrojado los narcoparamilitares y terratenientes del país que se han robado sus tierras –más de cuatro millones de hectáreas usurpadas en este proceso de contrareforma agraria armada en los últimos 15 años-, y por la indolencia de un gobierno que se ha caracterizado por cuidar más los intereses económicos y políticos de los mismos victimarios que por verdaderos procesos de justicia y dignidad social de las víctimas del conflicto. Porque muchos de los paramilitares libres, hasta hace poco tiempo de bajo perfil en las filas de sus grupos, ahora administran carteles del delito que perpetuán la guerra sucia, como pasa en Medellín, además de continuar administrando los negocios ilegales de sus patrones que, hoy desde las cárceles colombianas y estadounidenses, tienen total libertad para seguir orientando a sus subalternos en la acción criminal y delictiva.

Contra el olvido, porque ningún gobierno está legitimado para decretar la desmemoria, porque en Colombia además del terrible crimen del secuestro, cometido igual por paramilitares, guerrilleros y delincuentes comunes al servicio de los diferentes grupos ilegales colombianos, no podemos olvidar que también hay más de tres millones de desplazados, secuestrados por el hambre y la pobreza en sectores tuguriales de las grandes ciudades del país; miles de madres, padres, esposas, hijas, hijos, hermanos, mujeres y hombres secuestrados por el duelo no elaborado, el dolor y la incertidumbre, de no haber sabido nunca cual fue el verdadero suplicio de casi 10 mil desaparecidos, torturados y abandonados en fosas comunes. Porque tampoco podemos olvidar el magnicidio de la Unión Patriótica, el magnicidio de Rodrigo Lara Bonilla, Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, y tantos otros dirigentes colombianos que cayeron asesinados sin que hasta el día de hoy se hayan establecido claros procesos de vinculación judicial a autores intelectuales que dada la situación del país, muy seguramente, están más cerca de las puertas del Palacio de Nariño que de una cárcel colombiana.

Para finalizar, muy seguramente muchos de ustedes estarán pensando en la dureza de este discurso, en cuánto contraste deben tener estas palabras que se expresan en medios de una convocatoria que habla de poesía y arte; pero es que precisamente esta campaña nace del embate de esta absurda realidad de violencia política que nos persigue hace más de cincuenta años, nos mueve la dura situación de millones de víctimas de la violencia, partimos del principio de que el nuestro es un país en guerra, y por eso mismo, elucubramos para que haya más poesía y menos bravuconería, para que la poesía destierre este tipo de discursos donde solo acecha la injusticia, para que la poesía destierre la tiranía de los representantes de la muerte, más poesía y solo más poesía para que Colombia por fin, se vista del color de la esperanza y la alegría.

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