Opinión
Cultura de Paz: Principio de la Paz que Colombia necesita
Por: Luis Carlos Pulgarin Ceballos
Construir Paz, entonces, nos
representa abordar los siguientes compromisos: 1. Detener la guerra, 2.
Políticas estructurales, 3. Instaurar una Cultura de Paz.
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En los últimos tiempos, Colombia ha estado inmersa en un debate sobre el
tipo de Paz que necesita construir. Cada gobierno de turno ha bautizado de
diversas formas su propuesta de trabajo en pro de la paz. Para no hacer mucha
historia: con la elección de Gustavo Petro se generó la idea de una Paz Total,
aunque dentro de su mismo gobierno, igual, se habla de una Paz Territorial. En algunas
instancias de la ciudadanía se habla de Paz Integral, al parecer un recicle de lo
que antes llamaron Paz con justicia social; de igual manera, en otros sectores
es común escuchar que se habla de una Paz positiva.
Los gobiernos del pasado solo han propuesto al país una Paz cuyo
principal componente es el desarme de los grupos insurgentes, sin ningún tipo
de cambio en el sistema que prevenga nuevos brotes de violencia ante las
crecientes insatisfacciones sociales por la abrumadora inequidad económica y la
falta de democracia política. Sin negociar “el modelo” diría Juan Manuel
Santos, el presidente que negoció, en 2016, lo que viene siendo denominado como
“una paz negativa para el país”; cuyas consecuencias las estamos viviendo
actualmente: (grupos que amparados en el argumento de la desigualdad social,
económica y política, consecuencia del “modelo”, resisten en su temple de rebelión
reclamando estatus político -caso del ELN; las disidencias de las extintas FARC,
las cuales nunca se plegaron al Acuerdo del 2016 -las EMC FARC, sector de
Gentil Duarte, asesinado en 2022, hoy lideradas por Iván Mordisco-, y las que
regresaron a las armas abandonando el proceso de Paz después de los llamados
entrampamientos al Acuerdo de Paz orquestados desde la Fiscalía de Néstor
Humberto Martínez: La Segunda Marquetalia. Esto sin mencionar la delincuencia
narcoparamilitar que sigue sembrando el terror a lo largo y ancho del país.
Tal vez, más allá de “bautizar” el tipo de Paz que se quiere construir
en determinado periodo de gobierno, para poner “un sello personal”, lo que hay
que discutir es el logro de una Paz integral y sostenible. Y, lograr dicha paz integral y sostenible implica
entender que más allá de calmar la furia ciega de los guerreros para que
silencien sus fusiles (como nos lo han vendido hasta ahora en su “modelo de paz
negativa”), el Estado debe propiciar una política de Bien-Estar y dignidad para
toda la población, es decir, como lo entendía Platón: orientar el horizonte de
sus ciudadanos y ciudadanas en la conquista plena de la felicidad.
Entonces: parar la violencia armada y generar públicas estructurales que
garanticen el cumplimiento de las garantías y derechos constitucionales, serían
las dos primeras condiciones irrestrictas para empezar a construir paz en el
país.
Y digo las dos primeras, porque a éstas hay que agregar un tercer
componente: sin duda alguna el componente de la voluntad de superar viejos
paradigmas que nos han llevado a resolver los conflictos de manera violenta; el
que nos permita cambiar la mentalidad que naturaliza la guerra, el que nos
aleje de “una paz negativa” y nos acerque a una paz positiva o integral y
sostenible: el componente de la Cultura
de Paz.
Construir Paz, entonces, nos representa abordar los siguientes
compromisos:
1. Detener la guerra,
2. Políticas estructurales,
3. Instaurar una Cultura de Paz.
Cumpliendo estos preceptos estaríamos superando los elementos que, a
decir de Johan Galtung, están presentes en el ciclo de las violencias:
Silenciar los fusiles supera el elemento directo, el de las consecuencias más
graves del conflicto armado (las muertes, torturas, violación a los derechos humanos,
etc.). Instaurar una Cultura de Paz nos permite superar viejos paradigmas de un
elemento cultural que legitima la guerra; y por último, establecer políticas de
BienEstar supera ese elemento estructural o de ausencia de garantías de una
vida digna para toda la población, en igualdad de condiciones, sin ningún tipo
de discriminación o de exclusión.
Ante los “desplantes” hechos, por diferentes grupos armados ilegales que
no han respetado los compromisos de cese al fuego pactados bilateralmente, y
mientras se busca su debilitamiento o derrota por la vía militar, cosa
improbable en el corto tiempo, el gobierno debe seguir trabajando arduamente en
los componentes de coyuntura estructural y cultural, de la teoría galtuniana:
Construir política pública y generar una cultura de paz. Si avanza en estos dos
aspectos, logrará por la vía de la acción política lo que difícilmente logre
por la fuerza de las armas: deslegitimar el discurso de una subversión amparada
en el argumento de la desigualdad social, la inequidad y la ausencia de
espacios de participación política. Esto último, a lo mejor, conduzca a que los
grupos ilegales, al menos los que argumentan razones políticas para su
existencia, entren en razón y por fin, vuelvan a una mesa de negociación con verdadera
voluntad de paz.